Esas imágenes han quedado grabadas en mi retina porque las habré visto miles de veces. Me han costado más de un buen costalazo, por las veces que intenté imitar a Comaneci en las asimétricas y en la barra de equilibrio del gimnasio de mi colegio. Esa pequeña gimnasta que volaba por los aires y que, cuando parecía que iba a caer en realidad se cambiaba de barra, finalizó el ejercicio obligatorio de barras asimétricas con una salida perfecta.