El arroz y los porotos, centrales en la alimentación de los brasileños, subieron más del 20% en lo que va del año.

Los precios de los alimentos básicos se ha disparado en Brasil presionados por el fuerte aumento de la demanda en el mercado externo y la escalada del dólar, un alza que golpea principalmente el bolsillo de las clases más desfavorecidas y castigadas por la crisis del nuevo coronavirus.

El precio del arroz y del poroto, dos de los principales alimentos en la dieta de los brasileños, ha escalado más de un 20% en lo que va de año, en momentos en los que el país enfrenta una grave crisis económica y social por la pandemia de Covid-19.

El aumento del precio de los alimentos ha sido responsable por el 80% de la inflación acumulada del año en Brasil, que llegó a 0,70%, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). La tasa interanual es del 2,44%.

El valor de las materias primas trepó durante el comienzo de la pandemia obedeciendo a la ley de la oferta y la demanda. La crisis sanitaria provocó un fuerte incremento de las compras externas, mientras que algunos países optaron por restringir la oferta para garantizar el abastecimiento interno.

Pero en Brasil se sumó un factor clave: la devaluación del real. La depreciación de cerca del 40% de la moneda brasileña ha atraído compradores y alentado a los productores a agrícolas a apostar por las exportaciones, en detrimento de la venta en el mercado interno.

“El alza del dólar hizo que los exportadores de arroz, soja, carnes, café, azúcar, pasaran a tener en el exterior una ventaja muy grande en el término de precios y comenzaran a cobrar internamente un precio más alto. Destinaron a la exportación una parcela mayor, reduciendo la oferta interna”, explicó a la agencia EFE Mauro Rochlin, economista del centro de estudios Fundaçao Getulio Vargas (FGV).

Un mercado en Río de Janeiro. Los precios de los alimentos básicos se dispararon muy por encima de la inflación promedio. Foto: BLOOMBERG

Un mercado en Río de Janeiro. Los precios de los alimentos básicos se dispararon muy por encima de la inflación promedio. Foto: BLOOMBERG

En el caso del arroz, la caída en picada del real hizo prácticamente inviable las importaciones del producto por parte del Mercosur, bloque que junto a Brasil integran Paraguay, Uruguay y Argentina.

A ello se suma la retracción de la oferta de la materia prima por parte de los productores, pese a estar en plena cosecha, con un 58% del área recolectada, de acuerdo con la Asociación Brasileña de la Industria de Arroz (Abirroz).

El gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro ha descartado un posible desabastecimiento en el mercado interno y confía en la súper cosecha prevista para el próximo año, cuando está prevista una producción de 12 millones de toneladas, un incremento del 7,2% respecto a la anterior.

De acuerdo con el Ministerio de Agricultura, la próxima cosecha, que comenzará a ser comercializada en marzo de 2021, producirá un alivio en el precio del arroz, un alimento del que cada brasileño consume una media de 34 kilos por año.

Pero los especialistas creen que la bajada del precio será difícil mientras el dólar continúe en niveles históricos en Brasil, especialmente porque el gobierno no tiene condiciones de controlar un cambio volátil.

Bolsonaro pide “patriotismo” para bajar los precios

El Ejecutivo también ha negado cualquier tipo de intervención en el precio de los alimentos, pero el presidente Bolsonaro, elegido en 2018 con un agenda de corte liberal, hizo un llamado a los dueños de supermercados para que reduzcan al máximo su margen de beneficio por una cuestión de “patriotismo”.

En las últimas semanas Bolsonaro ha abordado en diferentes ocasiones la situación de los precios y se ha comprometido a adoptar medidas para atajar el alza en momentos en los que el paro ya alcanza el 13,3%, lo que significa que 12,8 millones de personas están en busca de un empleo.

El país se resiente de los efectos de las medidas de aislamiento social impuestas para contener la pandemia, que ya deja 127.400 muertes y 4,1 millones de casos, y el gobierno ha intentado aplacar la crisis con subsidios para los más pobres.

Bolsonaro anunció la semana pasada que prorrogará hasta final del año la ayuda para los trabajadores informales y desempleados, aunque redujo a la mitad el valor del auxilio hasta los 300 reales (unos 53 dólares).

La medida, que ha beneficiado hasta el momento a unos 65 millones de brasileños e incrementó la visibilidad del gobierno en el nordeste, histórico reducto del progresista Partido de los Trabajadores (PT), ha sido clave para el aumento de la popularidad del presidente, quien tiene su mejor índice desde el inicio de su mandato.