En todo el mundo se conmemora hoy el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. El hecho que dio lugar a esta jornada sucedió en 1960 en República Dominicana, cuando las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, mujeres con carreras universitarias, casadas y con hijos, fueron asesinadas por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo, quien gobernó durante 30 años en lo que se considera que fue una de las tiranías más sangrientas de América Latina.
“El asesinato de las hermanas Mirabal tiene que ver con su participación en la vida pública. Fue contra ellas, por su trayectoria política. A sus esposos, que habían sido detenidos, no lo asesinaron. Este es un dato interesante para pensarlo”, propone María Alicia Gutiérrez, socióloga, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
Las hermanas Mirabal eran cuatro y pertenecían a una familia rural acomodada: su padre, Enrique Mirabal, era un exitoso hombre de negocios. Pero cuando Trujillo llegó al poder la familia perdió casi toda su fortuna. Las hermanas Mirabal creían que Trujillo llevaría al país al caos y Minerva y María Teresa, las más activas políticamente, comenzaron a formar parte de un grupo de oposición y resistencia al sangriento régimen: la Agrupación Política 14 de junio. Dentro de este grupo eran conocidas como Las Mariposas, porque ese era el nombre con el que Minerva se identificaba en los círculos de militantes políticos.
El sanguinario dictador Rafael Trujillo
La resistencia al régimen no fue nada fácil: casi todo el país estaba controlado por el Servicio de Inteligencia Militar. Minerva y María Teresa fueron encarceladas, violadas y torturadas en varias ocasiones. También fueron apresados sus esposos. En el momento de morir las hermanas tenían entre 26 y 36 años, y cinco hijos en total.
El 18 de mayo de 1960 Minerva y María Teresa, junto a sus maridos fueron juzgados “por atentar contra la seguridad del Estado dominicano” y condenados a tres años de cárcel. Apenas tres meses más tarde, Trujillo ordenó que Minerva y María Teresa fueran liberadas y mantuvo privados de la libertad a los esposos. Pero la libertad era una trampa.
Trujillo dio instrucciones al general Román, militar y jefe de las cárceles de República Dominicana, para que mudara a los maridos de las hermanas a la prisión de Salcedo, ciudad donde vivían Minerva y María Teresa, con la excusa de achicar distancias y facilitar las visitas. Pero además, Trujillo dio otra orden: pidió que cuando ellas tomaran la ruta hacia la cárcel fueran emboscadas y asesinadas. Y todo debería parecer un accidente de autos.
Los militares que las tenían cautivas utilizaron pañuelos de seda para ahorcarlas
La emboscada y posterior asesinato estaban planeados para el 18 y el 22 de noviembre, pero los militares no se atrevieron a realizarlo porque las hermanas “viajaban con niños”. El día 25 iban solo con el chofer Rufino de la Cruz y otra de las Mirabal, Patria, quien aunque no tenía el mismo nivel de actividad política que sus otras dos hermanas, las apoyaba; incluso prestaba su casa para guardar armamentos y herramientas de los insurgentes.
Ese 25 de noviembre de 1960, cuando regresaban de visitar a sus maridos, el coche en el que viajaban fue interceptado por un Volkswagen escarabajo y las tres hermanas, a punta de pistola, fueron obligadas a subir a ese auto para ser trasladadas a su casa en Salcedo.
Los militares que las tenían cautivas utilizaron pañuelos de seda para ahorcarlas. No se oyó ningún grito por el ahogamiento. La casa era de adobe y estaba forrada con madera de caoba. Cuando las hermanas estaban agonizando las apalearon y sus cuerpos, incluido el de chofer, fueron cargados en un jeep que terminó siendo arrojado al fondo de un barranco para simular un accidente.
Cuenta la historia que Minerva, antes de morir, dijo: “¡Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte!”. Y así fue.
En el año 1981, en Bogotá, Colombia durante el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, se declaró que el 25 de noviembre se instituyera como el Día Internacional de No Violencia contra las Mujeres, recordando el asesinato de las hermanas Mirabal.
En 1981, durante el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, se declaró que el 25 de noviembre se instituyera como el Día Internacional de No Violencia contra las Mujeres
“Es un ejemplo de memoria reflexiva, un acto de memoria por parte de las mujeres que participaron de aquel Primer Encuentro Feminista Latinoamericano. Las hermanas Mirabal fueron asesinadas por razones políticas pero hay también un cruce con la violencia sexual”, explica a Infobae Alejandra Oberti, directora del Archivo Oral de Memoria Abierta y de la carrera de Sociología en la UBA hasta 2016. Durante las sucesivas detenciones que sufrieron por orden de Trujillo, las Mirabal fueron violadas y torturadas.
En Argentina, la declaración en 1981 del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, tuvo su correlato. Al año siguiente, en 1982, todavía en dictadura, se creó la Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer (ATEM) 25 de Noviembre, en alusión a la fecha instaurada en Bogotá. ATEM investigó la situación de las mujeres militantes detenidas y torturadas por el gobierno de facto de Argentina y visibilizó esta situación desde una perspectiva de género.
“El 25 de noviembre es un lindo ejemplo del trabajo de la memoria, que es poner el foco, mirar, ver las cosas de otro modo. Es una fecha que está asociada a las Naciones Unidas aunque este organismo la incorporó recién en 1999, mientras que las mujeres lo hicieron en 1981″, analiza Oberti y recuerda que la historia de las hermanas Mirabal es un “hito muy fuerte para la historia latinoamericana y para el movimiento de mujeres”.
Además de las tres mujeres asesinadas, las Mirabal tenían una cuarta hermana: Bélgica Adela «Dedé», quien no tuvo un papel activo en la resistencia política contra Trujillo y logró salvarse.
Trujillo fue asesinado a tiros el 30 de mayo de 1961 cuando viajaba por una ruta dominicana junto a su chofer. La popularidad de las hermanas Mirabal, sumado al aumento de los crímenes, las torturas y las desapariciones, hizo que este crimen marcase la historia dominicana y que en un punto funcionara como “la gota que rebalsó el vaso” para que el régimen llegara a su fin.