
Javier Milei realiza por primera vez, en carácter de presidente de la Nación, la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, que es la ceremonia institucional más importante del país porque reúne a las máximas autoridades de los tres poderes del Estado.
El mandatario brinda su mensaje en un horario totalmente atípico, las 9 de la noche, y aunque sí se presentará de frente al hemiciclo de la Cámara de Diputados, donde estará reunida la Asamblea Legislativa (es decir todos los diputados y senadores), lo hará adelante del estrado, de pie frente a un atril, con el fin de emular el formato del recinto del Capitolio de los Estados Unidos.
La llegada presencial de Milei al Congreso se produce en el marco de un enfrentamiento político con los diputados, que no le aprobaron su ley ómnibus, y los senadores, y especialmente los gobernadores, que se quejan de los recortes en el envío de dineros federales. Milei no ahorra críticas cada vez que alude a ellos, los trata de “casta”, “traidores”, “coimeros”, “delincuentes” y se ha referido al Congreso como un “nido de ratas”.
La expectativas está puesta en las formas de su discurso pero también en su contenido: en su entorno insinuaron que el mensaje tendrá anuncios sorpresa, es decir por fuera de los postulados de campaña del presidente libertario.