La gente usó parte de los dólares ahorrados para enfrentar la disparada de precios tras la devaluación.

Pero los dólares de los grandes jugadores, que podrían destinarse a la inversión, todavía esperan más señales de confianza.

“La competencia de monedas de Milei” es el título de un informe de la consultora 1816 que abre un punto de análisis interesante sobre lo que puede venir en materia financiera a partir de la intención del Presidente de considerar a la emisión de pesos como un delito de lesa humanidad.

Ya Javier Milei candidato planteaba que su idea para el sistema financiero era la de avanzar hacia una banca Simons (no rige en ningún país) en la que los bancos captarían depósitos en cuenta corriente, pero no los podrían prestar, y simultáneamente habría un canal de banca de inversión por el que los depositantes podrían ser remunerados por su ahorro.

De esa forma, se supone, el sistema financiero quedaría blindado frente a posibles corridas y el sistema de competencia de monedas se cerraría ante la imposibilidad de los gobiernos de emitir pesos.

En ese marco supuesto, los argentinos deberían echar mano a lo que se conoce como los “dólares del colchón” para consumir e invertir dentro de un esquema de dolarización avanzado ante la supuesta escasez de pesos.

Según las estimaciones de 1816, los argentinos tienen activos en dólares fuera del sistema por US$ 400.000 millones (depósitos, inmuebles, etc) de los cuales unos US$ 200.000 millones estarían en el “colchón” (hogares, cajas de seguridad), cifras enormes frente a la de los depósitos en pesos que en estos días equivalen a US$ 40.000 millones.

Una primera pregunta evidente en este contexto es cuánto costaría el dólar en ese contexto y una respuesta sensata es que no se sabe.

Lo que sí se conoce es que el Gobierno mantiene firme su política cambiaria de aumentar el dólar mayorista en 2% mensual y que, por ahora, el dólar “blend” sigue vivito y coleando.

En el sector agropecuario surgieron versiones en torno a una posible modificación del “blend” dejando el 80/20 para pasar a un 70/30, o sea que los exportadores podrían liquidar 70% al dólar oficial y 30% al dólar libre.

Fue el secretario de Agricultura con poder en otras áreas, Juan Pazo, el encargado de desmentir cambios en el 80/20 en una exposición en Corrientes, descartando así la posibilidad de que los productores del campo tuviesen un dólar mejor en la presente campaña.

Para el Gobierno el dólar blend mantiene sus dos caras: por un lado, sigue siendo efectivo para abastecer la oferta de divisas en el dólar libre (contado con liquidación) con lo cual mantiene baja la brecha cambiaria y contribuye a moderar la inflación.

Por otro lado, tiene el costo de actuar en contra del objetivo de acumular reservas en el Banco Central acordado con el Fondo Monetario y para atender las necesidades de divisas de la segunda parte del año.

Para Carlos Pérez, director de la Fundación Capital, aun cuando las reservas netas del Central se mantienen en el plano negativo, hay US$ 50.000 millones de demanda potencial por la deuda comercial, el giro de utilidades y pasivos eventuales que mantienen signos de interrogación sobre el horizonte cambiario en la segunda parte del año.

Hasta ahora el Banco Central viene acumulando US$ 9.000 millones en las reservas al calor de un dólar que arrancó en diciembre con un fuerte incentivo para liquidación de las exportaciones que se fue diluyendo.

Comparado en términos reales, el dólar mayorista que en diciembre, al momento de la devaluación, representaría $1.550, hoy rondaría los $ 890 y en el Gobierno la apuesta es que, a diferencia de mover el dólar, intentarán que la inflación y la tasa de interés confluyan al 2% de la devaluación mensual.

Esa apuesta se cruza con la contundente caída del consumo y la actividad económica.

La consultora Scentia midió que la caída interanual del consumo en enero y febrero había resultado del 4% cada mes, alcanzó al 14% en abril.

La encuesta de la Unión Industrial Argentina de mediados de este mes revela que el 53% de las 1.200 empresas consultadas enfrentó caídas de la producción, el 60% baja en las ventas, el 37% en las exportaciones y 24% disminución del empleo.

Con una caída del salario real formal del 38% no cabe esperar otro resultado que el derrumbe del consumo pero, lo que no se llega a vislumbrar, es un repunte de la inversión.

La Argentina barata en dólares de fines del año pasado está dando paso a otra encarecida en muchos rubros al calor de un sendero de atraso cambiario que no encuentra correlato en la baja de impuestos que permita vislumbrar un horizonte viable.

Frente al salto de la inflación de fines de 2023 y comienzos de este año, la caída del poder de compra de los ingresos de las familias fue compensada, en parte, recurriendo a los “dólares del colchón”.

Pero esas reservas particulares para tiempos difíciles se fueron extinguiendo con el correr de los meses.

Los otros “dólares del colchón”, los de los más grandes y que podrían destinarse a la inversión se mantienen bajo llave a la espera de alguna de ventana de confianza que en estos días no logra consolidarse a pesar de la convicción del Presidente de cuestiones sensibles como el superávit fiscal llegaron para quedarse.