
La directora provincial del Laboratorio Central, Verónica Campi, y la directora de Salud y Medio Ambiente, Daniela Carrizo, se reunieron con el Colegio de Bioquímicos y referentes de algunos de los laboratorios más grandes del sector privado y mantuvieron una comunicación telefónica con Elsa Baumeister, referente nacional en Virus Respiratorios, del Servicio de Virosis Respiratorias del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas (INEI), dependiente del Instituto Malbrán, con quien despejaron dudas acerca de cuándo utilizar el test rápido de antígenos y cómo informar al paciente que lo solicita, teniendo en cuenta que no reemplaza a la prueba de PCR como el único método de diagnóstico para determinar la infección de COVID-19.
En la reunión, Carrizo explicó que los test rápidos son «otra metodología diagnóstica disponible para determinar si existe o no presencia del virus en el organismo de una persona». «Sin embargo, un test rápido de antígenos no tiene el valor de diagnóstico que tiene la PCR. Si una persona está cursando la enfermedad con baja carga viral, que en la mayoría de los casos son asintomáticos u oligosintomáticos, el test de antígenos puede dar negativo y la persona ser diagnosticada falsamente, con los riesgos que eso conlleva. Entonces, el test rápido de detección de antígenos tiene muy buena utilidad en el caso de las personas sintomáticas y hay muy alta probabilidad de que sea un verdadero positivo, pero en el caso de los asintomáticos existe la posibilidad de dar un resultado falso negativo, ya que la persona puede estar cursando la infección con baja carga viral», sostuvo.
Carrizo remarcó que «solo se puede hacer PCR en el Laboratorio Central del Ministerio de Salud, que es el único laboratorio de referencia para biología molecular de la provincia», pero recordó que también existen los test rápidos de anticuerpos, en los que el resultado indica si la persona está o ha estado infectada y si ha desarrollado inmunidad contra la infección.
«IgM e IgG son anticuerpos. Las inmunoglobulinas M son de fase temprana, es decir las que comienza a desarrollar el cuerpo apenas se enfrenta con la infección; y la inmunoglobulina G es de fase tardía, se desarrolla más tarde en el tiempo y, en teoría, mantendría niveles elevados durante largo tiempo para poder dar capacidad protectora, como en el caso de las que se generan en una vacuna. Ahora bien, este virus no está desarrollando igual nivel de anticuerpos IgM o IgG en todas las personas, hay muchas personas que cursaron la enfermedad y no tienen inmunoglobulina, es decir, que no desarrollaron defensas, y otras que desarrollaron en valores bajos, por eso también es difícil conseguir buena cantidad de dadores de plasma porque para donar plasma hay que tener un número elevado de inmunoglobulinas que se tienen que dosar y a partir de ese nivel es candidato a ser donante de plasma», explicó la funcionaria.