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Cómo contar a Maradona

Después de un día abrazados por la euforia comenzamos a caer en la idea: teníamos que contar a Maradona, el tipo del que queda poco por decir. Todo lo que nos parecía sensacional ahora veíamos más vidrioso. De repente sentimos que las chances de pifiar eran enormes. Revisé mis posibilidades de echarme para atrás, pero no encontré una coartada digna. Nos dijeron que querían que contemos los últimos días de Diego y a esa idea nos encomendamos. Era un marco, el recorte que necesitábamos para no naufragar en el enorme océano maradoneano. 

La serie que hicimos tiene una característica que las otras no tienen: solo se la puede escuchar. Son capítulos en los que se habla de Diego pero no se lo ve. Es una historia en la que nos imaginamos lo que pasó porque alguien que estuvo lo dice. Y entrevistar a personas que cuentan lo que les sucedió con Diego fue gran parte del experimento. A la gran mayoría le costó describir al Diego lastimado de los últimos tiempos. Envolvían el relato para endulzar el encuentro. En el fondo sentían que lo estaban traicionando y no se permitían retratar la caída del ídolo. Por ejemplo, sobre esos momentos en los que Diego hablaba con dificultad, alguno nos llegó a decir una frase iluminadora: “En pocas palabras te decía todo”. La mejor manera de zanjar el problema fue dar paso a la coralidad y que cada uno elija a quién creerle.

Entender lo que pasó con Diego en el año y medio previo a su muerte comenzó con pretensión rigurosa y en poco tiempo se transformó en una tarea obsesiva. Solo la información nos sacaba el miedo. Más miedo, más información para auyentarlo. Así revisamos archivos, hablamos con conocidos, clasificamos 10.000 páginas de expediente, 4.500 audios de teléfonos y otras tantas cosas que hoy me resultan exageradas. En un momento tuvimos una crisis de abundancia que complicó la definición del relato. Miles de detalles insignificantes que no queríamos dejar afuera nos fueron comiendo. Por suerte Mariano Pagella, mi coequiper en esa parte del proceso, tuvo una capacidad de abstracción que yo no tengo y supo desmalezar todos nuestros hallazgos. 

Se la puede escuchar completa acá:

Meterse en la intimidad de Diego tiene algo de no retorno. Hay cierta revelación que no te permite volver a la mirada anterior. Toda construcción previa se desarma cuando te acercás. El mundo Maradona aparece con sus fisuras y contradicciones, de una manera más real de lo que a veces se puede digerir. No solo hay buenos y malos sino una enorme gama de grises. Diego colaboró con mucho de lo que le pasó y eso no está ni bien ni mal pero es así. Casi desde que debutó en Primera, él decidió sobre sus cosas. Y, por supuesto, también lo hizo en el final de sus días.

AM