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Con la mira en su reelección, Bolsonaro visitó a Putin, lo llamó amigo y dijo que Brasil «es solidario con Rusia»

Con un apretón de manos, el presidente ruso Vladimir Putin saludó en el Kremlin a su colega de Brasil Jair Bolsonaro. Fue a las 13 horas de Moscú en punto; luego de expresar con una sonrisa abierta “es una alegría recibirlo”, agregó sin vacilar: “Brasil es nuestro principal socio comercial y económico en América Latina”. El jefe de Estado brasileño le respondió a su anfitrión con un estilo casi idéntico al decirle que estaba “feliz y honrado con su invitación” y añadió: “Somos solidarios con Rusia y queremos colaborar en varias áreas: defensa, petróleo y agricultura”.

Durante la conferencia de prensa ofrecida luego del encuentro,  de casi dos horas de duración, Bolsonaro se refirió a Putin como “amigo”. Mas todavía, se animó al señalar que ambos comparten “valores comunes como la creencia en Dios y la defensa de la familia”. Es cierto que el lunes último, el presidente brasileño se había dirigido a sus partidarios, poco antes de emprender viaje, a quienes dijo en las puertas del Palacio de la Alvorada: “Putin es conservador, como nosotros”.

Otro momento clave en el discurso del brasileño fue cuando agradeció el apoyo “muy especial” que Rusia le brindó a Brasil en el momento en que su gobierno era duramente criticado con relación a la selva amazónica. “Algunos países europeos nos cuestionaban diciendo que el Amazonas es patrimonio de la humanidad. Por eso quiero agradecer su intervención, por defender nuestra soberanía sobre ella”.

En su primer compromiso formal en Moscú, esta madrugada, Bolsonaro había rendido homenaje ante la tumba de los soldados del Ejército Rojo muertos en la Segunda Guerra Mundial. No caminó mucho pues el monumento está muy próximo al hotel Four Seasons, donde se hospeda junto a su delegación.

A pesar de ser criticado por no desistir del viaje a Rusia, en momentos de altísima tensión con Estados Unidos y con Ucrania, el jefe de Estado brasileño reclamó: “Paz para todo el mundo”. Luego, continuó con una profesión de fe: “El mundo es nuestra casa y Dios está por encima de todos nosotros. Queremos la paz y respetamos a todos aquellos que la defienden”.

Este fue sin lugar a dudas el punto más alto de la gira, y le podrá permitir a Bolsonaro recoger los frutos que procuraba para las elecciones de octubre de este año: demostrar que posee la misma capacidad que su adversario, el ex presidente Lula da Silva, de colocar al país en un “lugar de referencia internacional”.

Desde luego, contribuyó a darle ese perfil el hecho de que amainara la incertidumbre de una guerra próxima, por la amenaza de invasión a Ucrania. Tuvo la suerte de que, en el momento en que su avión aterrizaba en el aeropuerto moscovita, el Ministerio de Defensa de Rusia anunciaba el inicio de retirada de las tropas que se habían aglomerado en la frontera ucraniana. En Brasilia, el hecho dio lugar a una explosión de tuits donde colocaban al mandatario como un líder pacifista mundial. El ministro de Turismo, Gilson Machado, posteó en Twitter una portada falsa de la revista estadounidense Time, con el rostro de Bolsonaro y un mensaje: “Premio Nobel 2022”.

En las redes sociales, el gobernante brasileño definió su propia posición cuando estaba a punto de aterrizar: “Todo el mundo tiene sus problemas. En lo que fuera posible, la palabra es de paz para ayudar”. Y añadió “todos sabemos lo que está en juego. En el pasado tuvimos problemas cuando perdimos Uruguay, pero luego ganamos Acre. Los americanos también tomaron algunos estados de México en el pasado. Si fuera por mi, el mundo tendría paz”.

Poco después de arribar al país y tal como lo impone el actual protocolo ruso, todos los miembros de la delegación debieron someterse al test del Covid-19. Pero no hubo ninguna clase de confinamiento, como habían indicado los medios brasileños. De modo que el jefe de Estado sudamericano y los periodistas pudieron visitar las instalaciones del Kremlin y algunos puntos históricos cercanos a la Plaza Roja.

En este viaje, que concluirá en Hungría, forman parte de la comitiva sus ministros más próximos: los generales Walter Braga Neto (Defensa), Luis Eduardo Ramos (General de la Presidencia) y Augusto Heleno (Seguridad Institucional). Y desde luego, también el canciller Carlos França, su asesor principal respecto a las posiciones a adoptar en materia internacional. Justamente el ministro de Relaciones Exteriores mantuvo una larga reunión con su homólogo ruso Serguei Lavrov, en un diálogo compartido con sus colegas de Defensa, Braga Neto y con Sergei Shoigu. El canciller recalcó en una posterior rueda de prensa que la visita presidencial había sido acordada en noviembre del año pasado y el objetivo era abordar los intereses bilaterales. El jefe de Itamaraty recordó que Brasil es parte activa del grupo de los Brics, que integran Moscú y China, junto a India y Sudáfrica (último en incorporarse). Pero no es un detalle que Brasil decidiera ignorar los alertas procedentes de Washington sobre un riesgo inminente de invasión rusa a Ucrania. El propio secretario de Estado Antony Blinken había hablado telefónicamente la semana pasada con el canciller França, para sugerirle la inmediata suspensión de esta gira presidencial brasileña.  Al mantener el viaje, Bolsonaro se decidió en verdad por una acción diplomática de impacto electoral, que le permitiría cosechar votos en aquel público de clase media y media alta que lo detestaba hasta ahora por su “tosquedad”.

El presidente finalizó su visita con una cita con grandes empresarios de su país y de Rusia. Los Ceo que lo acompañan transmitieron en todo momento una situación de calma. “No vemos ninguna tensión. Eso no existe. Hay mucha tranquilidad y un clima de paz” declaró uno de ellos al diario Folha de Sao Paulo. Para otro integrante de la comitiva, el presidente de Unión Química, Fernando Castro Marques, en la reunión con sus pares rusos de lo único que se habló fue de cómo proceder a un aumento del comercio bilateral. “Tenemos acuerdos muy importantes entre ambos países y lo que nosotros queremos es ampliar el campo de los negocios”.

Los medios brasileños indicaron los temores de que esta gira pudiera tener “consecuencias negativas” en los intentos de aproximación del gobierno a la Organización del Atlántico Norte. Pero según la propia OTAN, “cada nación es libre de elegir sus relaciones bilaterales. Ese es un derecho soberano que respetamos plenamente”. Un representante de ese organismo militar multilateral indicó: “Brasil no es socio de la organización y no tenemos ningún acuerdo. Con todo, Brasil participa en forma regular de los cursos”.

EG