Los caminos del streaming son inescrutables, y hacen aún más intensas unas rachas de descubrimientos, revelaciones e deudas pendientes saldadas potenciadas por la inmensa cantidad de contenido que habita en los servidores de las plataformas. Después de mi experiencia religiosa —nunca mejor dicho— con ‘Neon Genesis Evangelion’, el improbable siguiente paso en mi to-do list ha terminado llevándome, contra todo pronóstico, directo hacia el vastísimo —y, en lo que a mí respecta, inexplorado— territorio de los K-Dramas.

Después de comprobar cómo la obsesión de mi pareja hacia la ficción televisiva surcoreana ha ido creciendo hasta convertirla en un monstruo insaciable que ya ha devorado buena parte del nutrido catálogo de Netflix, mi interés hacia este tipo de producciones se ha incrementado de forma gradual. Hace un par de días, con una curiosidad inversamente proporcional a mis expectativas, decidí acompañarla mientras veía el primer capítulo de una serie que acababa de comenzar. Veinte minutos después estaba completamente enganchado.

El K-Drama en cuestión es ‘Crash Landing on You’, está dirigido por Lee Jung-hyo —responsable del remake coreano de ‘Mentes Criminales’ y de la fantásticamente valorada ‘Romance is a Bonus Book’—, y ofrece un batiburrillo imposible de géneros y tonos condensados en píldoras de 70 minutos ante el que es complicado no caer rendido. Una maravilla episódica coronada por la química desbordante entre su pareja protagonista, que hace que neófitos como yo entiendan a la primera de cambio por qué este tipo de productos tienen un fandom tan gigantesco establecido a lo largo y ancho del globo.

Cómo abarcarlo TODO y no morir en el intento

Aunque no deje de estar sorprendido ante lo mucho que estoy disfrutando de ‘Crash Landing on You’, es comprensible que la serie haya generado esta reacción de amor instantáneo en mi persona si tenemos en cuenta su contundente premisa. En ella, la joven, guapa y pudiente —y un poco pija— heredera de una poderosa empresa surcoreana sufre un accidente haciendo parapente que la termina haciendo aterrizar en una zona boscosa del Área de seguridad conjunta que separa las dos coreas.

Después de una sucesión de malas decisiones tomadas durante el tronchante primer capítulo, que exprime con gran acierto el uso de la ironía dramática, Yoon Se-ri acabará accediendo involuntariamente a Corea del Norte, donde será protegida por un oficial del ejército y su pequeño grupo de soldados de confianza hasta que consigan sacarla del país —o no—.

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Con este planteamiento, ‘Crash Landing on You’ podría encorsetarse dentro de cualquier género que se nos ocurra; pero uno de sus mayores atractivos es que no se autoimpone limitaciones y opta por brindar un cóctel demencial en el que hay cabida para el romance más ñoño y cursi —y encantador, todo sea dicho—, los triángulos amorosos con engaños y despechos de por medio, los feudos familiares con herederos frustrados y juegos sucios, el thriller de trasfondo militar con conspiraciones varias y juegos de poder e, incluso, la comedia costumbrista que explota el contraste cultural que experimenta su protagonista. Casi nada.

Como suele decirse, quien mucho abarca, poco aprieta; pero en el caso que nos ocupa, casi de forma milagrosa, esta mezcolanza funciona con la precisión de un reloj Suizo gracias, en buena parte, al tono que envuelve el relato. Aunque los exabruptos melodramáticos que pueblan cada episodio parezcan estar tratados con una extraña solemnidad, no tarda en aflorar una autoconsciencia que deja entrever que, en el fondo, esta improbable historia de amor no se toma —en absoluto— demasiado en serio a sí misma; aunque las sensaciones que logra transmitir sí que sean reales.

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Esta muy bien asimilada razón de ser alcanza su punto álgido de representación a través de uno de sus fantásticos personajes, llamado Kim Joo-meok; uno de los subordinados de Ri Jeong-hyeok, adicto a los K-Drama surcoreanos que ve a escondidas tras conseguirlos de contrabando, y que no sólo actúa de nexo de unión —casi traductor— entre Yoon Se-ri y sus vecinos norteños gracias a su sabiduría televisiva; también ejerce de componente metalingüístico al predecir los siguientes giros dramáticos que sucederán en la trama, alzándose como uno de los recursos narrativos más brillantes y divertidos de la producción.

Pero Joo-meok tan sólo es un miembro más de un surtido de protagonistas —y antagonistas— para enmarcar, y de los que es fácil enamorarse pronto. Los cuatro entrañables patanes que conforman el círculo de confianza de Jeong-hyeok, las hipócritas vecinas del pueblo en el que se refugia Se-ri, el pérfido y corrupto grupo de altos cargos del ejército de Corea del Norte… Todos y cada uno de ellos están trabajados sobre el papel y llevados a la pequeña pantalla con mimo y gran efectividad, pero, como era de esperar, quedan totalmente eclipsados por el dúo principal, interpretado por unos Hyun Bin y Son Ye-jin cuyos juegos de miradas, silencios y gestos son sólo pequeñas muestras de una química arrolladora y que carga todo el peso de la serie sobre sus hombros.

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Si tenemos en cuenta todo lo expuesto hasta el momento, es mucho más sencillo perdonar los desbarres formales puntuales que pueden romper el casi indestructible halo de magia que envuelve a ‘Crash Landing on You’; especialmente los relacionados con un montaje incomprensiblemente picado en escenas concretas, y unos cierres de capítulo horteras y anticlimáticos, que parecen sacados de una novela de los años 90 —aunque, según tengo entendido, esto es una constante dentro del K-Drama—.

Aún me queda un largo camino de recorrer con ‘Crash Landing on You’, pero, por el momento, tan sólo puedo celebrar la decisión de haber dado el salto a los K-Drama con esta delicia. Sin esperarlo en absoluto estoy riendo a carcajadas, sufriendo ante la escalada de obstáculos y los giros dramáticos imposibles, y ansiando desentrañar todos los oscuros secretos que ocultan los pasados de algunos de sus personajes; y esto es raro que me ocurra con producciones episódicas. Si esta es la tónica general de lo que me espera con la televisión surcoreana —el cine ya me ha demostrado en infinidad de ocasiones estar a la vanguardia del medio—, creo que acaban de captar a un nuevo adepto.

Por cierto, si queréis darle un tiento —no seáis prejuiciosos, de verdad os lo pido—, la tenéis disponible en Netflix.