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Ecuador: ¿vuelve Correa?

El 17 de mayo, Rafael Correa y sus partidarios obtuvieron la noticia que habían estado esperando: el  presidente centroderechista de Ecuador, Guillermo Lasso,  decretó  la “muerte cruzada” y  disolvió  la Asamblea Nacional lista para la votación de juicio político promovido por la bancada correísta Unión por la Esperanza (UNES) que parecía obligado a perder. Según la Constitución, Lasso gobernará por decreto durante seis meses hasta la celebración de las elecciones generales de Ecuador. Una victoria  del correísmo es uno de los resultados probables

En las elecciones generales de la segunda vuelta del 11 de abril 2021 el actual presidente de Ecuador, el banquero centroderechista  Guillermo Lasso con su alianza conservadora CREO se impuso sobre el candidato de la coalición correísta UNESAndrés Arauz. El triunfo había significado un duro golpe para el ex presidente Rafael Correa y hubo quienes de manera apresurada pensaron en firmar el certificado de defunción del movimiento Alianza País, sin tener en cuenta que la derrota del correísmo fue facturada no por la contundencia del apoyo a Lasso, sino por la decisión del movimiento indígena que había llamado al Voto Nulo para  impedir su triunfo.

No fue ese el primer revés del ex presidente  Correa  quien construyó  un movimiento que logró unir a casi todas las fuerzas progresistas y de izquierda después de años de dispersión para llegar al poder por primera vez en la historia de Ecuador y gobernó por dos quinquenios (2007-2017). Una ‘década ganada cuyo mayor lujo fue el levantamiento de las demandas sociales hasta niveles tan elevados de calidad como nunca antes había vivido el país andino.

El que fue dos veces su vicepresidente Lenín Boltaire Moreno (2017-2021)  y que llegó al poder como continuidad del proyecto de gobierno Revolución Ciudadana (RC) dio  un vuelco personal-político de 180 grados. Persiguió  a Correa y su movimiento con el objetivo de destruirlos con la plena promoción del ‘lawfare’ o ‘guerra jurídica’. Notoriamente  Correa,  a quien le dictaron varias condenas y le prohibieron postularse como presidente o vicepresidente. Sin embargo, y a pesar del obligado exilio  en Bélgica, la patria de su esposa,  y mediante la comunicación a distancia, el líder del proceso RC  supo mantener  una intensa actividad política en su país: fue uno de los mentores de la creación de la alianza UNES, así como de la postulación de Andrés Aráuz y de su vice, Carlos Rabascall.

No sólo Correa fue víctima del  ‘lawfare’  sino también  el correísta Jorge Glas, que integraba el binomio encabezado por  Moreno,   destituido a los pocos meses de ocupar el cargo y luego encarcelado. Lo mismo ocurrió con otras figuras referenciadas en el liderazgo de Correa, Paola Pabón, la prefecta de la provincia de Pichincha, , luego liberada; Gabriela Rivadeneira, la ex presidenta de la Asamblea Nacional, el secretario de comunicación del gobierno de Correa, Fernando Alvarado ; secretario de la administración, Galo Mora; las asambleístas Viviana Bonilla y Soledad Buendía,; el canciller Ricardo Patiño  y Edwin Jarrín, miembro del Consejo de Participación Ciudadana de Ecuador exiliados en México. Y María de los Ángeles Duarte Pasartes, ex ministra de Transportes  y Obras Públicas  bajo la gestión Correa bajo asilo argentino en la Residencia Oficial de Quito. 

El Ecuador post Correa

Entre el levantamiento de octubre de 2019 y los meses de 2020 en la primera ola  del Covid 19 que asoló al mundo, las imágenes de Guayaquil, con fallecidos en las calles por la saturación de hospitales y cementerios, ejemplificaban el descontrol causado por el comienzo de crisis sanitaria y humanitaria simultánea a las reformas estructurales pendientes tras el acuerdo con el FMI que en el mandato de Lasso con la aprobación de leyes económicas  al servicio  de las fuerzas del mercado agravó la castigada economía ecuatoriana con el aumento de   la desocupación, la pobreza y la emigración. La crisis, en todo su espectro marcado por la recesión económica  post pandemia del Covid-19,  la permanente amenaza de las pandillas, muchas de ellas relacionadas  con los carteles mexicanos, que han desatado crímenes violentos en las calles –especialmente de las ciudades de Esmeraldas y Guayaquil– y cárceles del país otrora pacífico, y el aumento de la migración , provocó un importante declive  de la figura del presidente que muchos consideran un “muerto político”.

Lasso en junio del 2022 había enfrentado otro intento de destitución  en medio de jornadas de movilizaciones con fuerte represión oficial y un prolongado paro general promovido por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), liderada por Leonidas Iza, quien con otros dirigentes acordaron un “Acta por la Paz”, mediado por el Episcopado.   

Victorias legales y electorales 

El escenario actual de Ecuador es muy distinto al del gobierno de Correa -que disfrutó de los precios de los productos básicos, el fácil acceso al crédito chino y las bajas tasas de criminalidad- con los nuevos desafíos de la  imparable violencia criminal, crisis carcelaria  y el endurecimiento de las condiciones financieras globales enmarcan una nueva ‘ola’ ganadora para los correístas. Los ex funcionarios del gobierno de CorreaJorge Glas y Alexis Mera secretario jurídico de la presidencia, fueron liberados de la prisión en los últimos meses. Es probable que  revocarán más condenas.

No son solo batallas legales que los Correístas están ganando: también han acumulado recientes victorias electorales.

En febrero, los candidatos de RC obtuvieron el control del doble de los ayuntamientos que cualquier otro partido en las elecciones locales. Triunfaron en la ciudad capital de Quito y  en la más grande del país Guayaquil, esta última después de 30 años de liderazgo ininterrumpido del Partido Social Cristiano, que quedó diezmado con apenas dos prefecturas a escala nacional. Incluso en la provincia de Azuay, el corazón de la oposición indígena. La mayoría de estas victorias fueron en un campo fragmentado. Sin embargo, en el débil sistema de partidos de Ecuador, ser el menos débil es mucho. El otro adversario de Lasso, el partido del movimiento indígena Pachakutik logró seis prefecturas y 26 alcaldías.

Ese mismo día de los comicios seccionales, el presidente Lasso perdió en el referéndum que buscaba oxígeno para su gestión drenando aún más su imagen golpeada por acusaciones de corrupción con empresas del Estado.

Correa ponderó la declaración de Lasso de “muerte cruzada” como una “oportunidad” brindada por esta institución constitucional, diseñada durante el gobierno de Correa y por primera vez utilizada, que  supone dos muertes: un suicidio y un asesinato. Porque una vez decretada la ‘muerte cruzada’ por el presidente, ‘mueren’ al mismo tiempo (y , en teoría, resucitarán el mismo día), quienes están hoy al frente del Ejecutivo y ocupando las bancas del Legislativo ecuatoriano. El jede de estado sobrevive sin contrapoderes hasta la celebración de elecciones generales adelantadas.  Sin embargo, el nuevo Consejo de Participación Ciudadana (CPCCSdenunció intimidaciones de la Fiscalía, privilegiado brazo de las elites. La situación abre el interrogante si en esta paradójica situación de ocaso político y concentración del poder Lasso permitirá que el proceso electoral fluya en los tiempos previstos y sin avasallar a sus opositores.

De volver al poder

Recientemente, RC  parece dispuesta a ramificarse más allá de su antiguo modelo: el desarrollo estatal pesado en las industrias extractivas y la redistribución, pero la luz sobre las protecciones para el medio ambiente, las comunidades indígenas y las mujeres y las minorías sexuales. Pabel Muñoz, el elegido como nuevo alcalde de Quito que proviene del rango y el archivo del partido, recientemente apoyó un movimiento ambiental de base, un deseo de “trascender el extractivismo” y convertir a Ecuador en “el Dubai de la energía limpia”.

En cuestiones sociales, muchos líderes del correísmo revisan  sus posturas para atraer al voto joven, entre ellos la funcionaria  Marcela Aguñaga, en Guayas que una vez se hizo eco de las opiniones socialmente conservadoras de Correa, se ha reinventado recientemente. Sobre la política exterior, el liderazgo de correísta anhela alejarse de Washington para alinearse  a los otros presidentes izquierdistas recientemente elegidos de América Latina.

De volver al poder, es probable que el correísmo adopte políticas sociales y económicas más cercanas a las del presidente colombiano, el izquierdista  Gustavo Petro que las del de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, o las del primer mandato de Correa.  Quedan dudas si habrá voluntad de reconciliarse con los rivales políticos o los críticos del correísmo en la sociedad civil, especialmente después de lo que muchos en el partido ven como años de persecución y exclusión por estas fuerzas.

Correa no ha ocultado sus ambiciones: manifestó  su  intención de llamar a una Asamblea Constituyente y reemplazar la Constitución de 2008 que él mismo promovió.  El reemplazo constitucional purgaría la burocracia estatal y desmantelaría los controles del poder ejecutivo.

Sin embargo, el mayor desafío es el aumento explosivo de Ecuador en el crimen organizado.  Si bien  Correa y su partido cuentan en su haber su antigua política de seguridad: aumento del gasto social y un enfoque no confrontacional para el tráfico de drogas es dudoso  que la receta funcione para pacificar el nuevo panorama penal de Ecuador, que está mejor financiado, mejor organizado y más dispuesto a cooptar, o si eso no funciona,  a los  funcionarios del estado más que antes. Con los principales cuadros militares  y la policía que se han puesto abiertamente del lado de Lasso en el enfrentamiento actual, no queda descartado la fricción entre las fuerzas de seguridad y un nuevo gobierno correísta.

Elecciones anticipadas camino al Palacio de  Candorelet

El 24 de mayo pasado, el Consejo Nacional Electoral llamó formalmente a los comicios a los 13,4 millones de ecuatorianos para  las elecciones anticipadas 2023.  El 20 de agosto próximo en las urnas se elegirá no solo al binomio presidencial sino a 15 legisladores nacionales116 provinciales y 6 de las circunscripciones especiales del exterior. Y el 15 de octubre de ser necesario, el ballotage. El postulante que reemplace al presidente Lasso en su cargo estará en funciones hasta el 23 de mayo de 2025, mientras que los legisladores estarán hasta el 13 de mayo del mismo año.

Respecto a precandidatos presidenciales hasta el momento se postularon seis nombres que  tendrán que ser ratificados y oficializados en los procesos de democracia interna de cada uno de los movimientos y partidos políticos.

Este fin de semana el nombre del empresario guayaquileño Eduardo Maruri de 57 años  se sumó a la lista de precandidatos que aspiran la Presidencia con el apoyo de Centro Democrático (CD). En la lista de precandidatos está el ex líder Pachachutik,  Yaku Pérez, por la alianza de izquierda Unidad Popular (UP)Democracia Sí (DSÍ),  Somos Agua y el Partido Socialista Ecuatoriano (PSE). Daniel Noboa sería el precandidato presidencial del movimiento Igualdad, Pueblo y Democracia (PID)Jan Topic también buscaría la presidencia y contaría con el respaldo del Partido Social Cristiano (PSC); Fernando Villavicencio mantendría el respaldo del movimiento Construye (MC25) para llegar a Carondelet; y Otto Sonenholzner, apoyado por el partido político Avanza.

El oficialismo aún no dio a conocer su candidato después de que el presidente Lasso anunciara el viernes  2 de junio que no postulará en las próximas elecciones de agosto. A su vez, el presidente de Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), Leónidas Iza, también desistió de su candidatura a la presidencia, mientras que la organización comunicó que no tendrá postulante ni hará alianzas con ninguna fuerza política. El anuncio llegó apenas días después de que la Conaie y Pachakutik – su brazo político- acordaran trabajar para unificar listas y, eventualmente, una fórmula.

Tampoco lo ha hecho  Revolución Ciudadana (RC). Los nombres que se barajan son los  de Arauz y Rabascall. De parte del líder y expresidente Correa tampoco se ha visto alguna decisión o reflexión que permita un posible encuentro o entendimiento con Pachakutik, aunque varios de sus líderes le han apoyado en el pasado.  Si bien las previsiones de la victoria están a favor del progresismo, una alianza política entre el correísmo y el movimiento indígena haría mucho más improbable que el conservadurismo retuviera el poder. Sin embargo, el hecho de que Iza retirara su candidatura da a entender que en el poderoso movimiento indígena existe por ahora desacuerdos.

AGB