Incluso está la costumbre de pedir deseos si alguna de ellas se posa sobre una persona. Si se tiene esto en cuenta, se podría decir que en el INTA de La Consulta existe una especie de “fábrica de deseos” ya que, en estas instalaciones, se desarrolla un criadero de vaquitas de San Antonio.
Mariquitas o paquitas, son algunos de los nombres que reciben en Argentina los coccinélidos. Tal vez, se trate de uno de los insectos con mejor prensa por sus atractivos colores y lunares pero, lejos de los mitos populares, se esconde la importante labor que estos “bichitos” desarrollan en la naturaleza y es que son un efectivo plaguicida para la agricultura.
Como parte de los proyectos especiales de Prohuerta en junio del 2018 se comenzó a trabajar en la la idea de producir un insumo para el control de plagas en las huertas orgánicas de la zona del Valle de Uco. Unos meses después -en primavera- se inició la recolección y cría.
Silvina Panonto y Carla Chiandussi, son las profesionales que llevan este programa adelante desde su inicio y planean continuar con otras investigaciones bajo la dirección del ingeniero agrónomo Daniel Pizzolate, responsable de la institución.
Es en el sótano de la Estación Experimental Agropecuaria, ubicada en el kilómetro 96 de la ex ruta 40 en San Carlos, que estas dos mujeres acondicionaron una de las cuatro cámaras que estaban en desuso para llevar adelante esta tarea. Pero la idea no es quedarse allí, sino que planean extenderse con la cría de otras especies.
Son varios los ejemplares y se encuentran en diferentes habitáculos según su especie. Allí se los alimenta diariamente. En la cámara, a través de un aire acondicionado y luces, se recrea un ambiente propicio para que los coccinélidos continúen con su desarrollo.
Hasta el momento se han descripto más de 4.500 especies de vaquitas, existen de todos colores y tamaños, tanto en su cuerpo como en sus parches (lunares).
Estos insectos están presentes en todas las regiones del mundo que tengan temporadas cálidas y pasan su vida en las plantas donde encuentran su principal alimento. A pesar de lo que algunos creen, son insectos carnívoros y solo una especie de las tantas que hay daña el cultivo de zapallo. Se trata de la epilachna paenulata, la cual es fácil de identificar por su gran tamaño y color marrón claro con parches marrón oscuro.
El resto tiene una dieta a base principalmente de pulgones pero también atacan a los ácaros, eriofidos y algunos de tejidos de hongos que causan enfermedades en los cultivos. Una vaquita adulta puede comer más de mil pulgones durante el verano. Además durante esta época pueden llegar a poner más de un millón de crías, esto las convierte en un eficaz controlador de plagas natural.
Los huevos son de color amarillo y se ponen, usualmente, en el dorso de las hojas en forma de racimo. Las especialistas explicaron que las vaquitas tienen una metamorfosis completa. Es decir, nace de un huevo, durante la juventud es larva después empupa hasta llegar a la adultez. Todo este ciclo tiene una duración de 20 días.
Hacer tu propio criadero y decirle adiós a los insecticidas
Con un poco de dedicación, cualquiera puede llegar a tener su propio criadero para atacar justo a tiempo las plagas que afectan nuestro jardín o huerta de una forma natural y diciéndole adiós a los plaguicidas. De esta forma, nos aseguramos que nuestros vegetales cultivados en casa son 100% orgánicos y libres de tóxicos.
Se requiere un recipiente tipo tupper. A la tapa se le debe dejar solo el marco para que cierre bien pero el resto debe ser remplazado con una tela o tul para que ingrese el aire. En el interior se le debe poner un poco de papel filma para que adhieran sus huevos allí.
La temperatura ideal para su desarrollo es superior a los 20º, es decir que, preferentemente el recipiente tiene que estar en el interior de la casa y, durante el invierno, se le debe proporcionar unas 15 horas de luz que puede ser artificial. Una vez que las vaquitas ponen sus huevos, estos se recolectan y posan en la cercanía de las colonias de plagas.
Un dato no menor es que se las debe alimentar a diario con pulgones, preferentemente, de las caléndulas, lechuga y cerraja.