¡Cómo no coincidir con las políticas públicas que defienden los derechos humanos, a las minorías, a la ESI y a los pobres, que siempre son los que pagan las hipocresías! Coincidimos con la mayoría de este plan de gobierno.

Pero no podemos dejar de advertir las contradicciones y las omisiones de nuestro presidente, casi atentando contra el sentido común y la inteligencia de los ciudadanos. Por un lado, dijo: “El Estado debe proteger a los ciudadanos en general y a las mujeres en particular”. Por ello, presentará la legalización del aborto. ¿Acaso los niños por nacer no son seres humanos en gestación? ¿Acaso las mujeres por nacer no merecen protección?

Todos quieren terminar con la grieta, pero la verdad es que todos la acrecientan obviando uno de los postulados elementales para la construcción del bien común en una sociedad, que son la Paz y la Armonía.
Poco creíble con este posicionamiento.

Se dejó claro en el último debate en 2018: el aborto NO es un tema de salud pública sino un tema netamente ideológico y una imposición de los organismos internacionales, como lo que siempre sostuvieron Perón y Evita.
Según la Organización Mundial de la Salud, se realizan entre 40 y 56 millones de abortos en el mundo, es decir 92 abortos por minuto. Si fueran las hormigas culonas del África, ya habría una movilización verde para la protección de la especie.
¿Cuándo vamos a entender que en el mundo de los tutoriales y de internet no alcanza con clases de educación sexual (con las cuales estamos de acuerdo) sino con la responsabilidad humana y de los valores culturales? La escuela instruye, enseña ciencias y promueve valores, pero los que verdaderamente educan son las familias, es allí donde el ser humano descubre el valor del bien, la verdad y la belleza. No escuchamos nada de esto en el discurso del presidente.

El gobierno debe ser laico, respetar la Constitución y las leyes, por tanto, tiene la obligación de respetar la libertad de culto y los valores de las comunidades. Un Estado que impone valores es un Estado autoritario reñido con los valores de la democracia. Imponer una moral estatal es propio de las democracias devaluadas y no participativas.

Los argentinos no podemos ser rehenes de los acuerdos de los señores feudales que se sientan en el Congreso de la Nación. Somos una nación que nació gracias a la expresión de la libertad y fueron miles los que ofrendaron su vida para vivir en democracia.

El aborto no es una cuestión de parlamentarios que ni siquiera sabemos quiénes son porque estuvieron en listas sábanas y llegaron allí por acuerdos partidarios.

El aborto no es una cuestión de este gobierno o del otro, es una cuestión de la república y, como dijo nuestro presidente, “los derechos humanos no son de un gobierno sino de la república”. La república es de todos los ciudadanos y no tiene color.
Por ello, convocamos a toda la sociedad catamarqueña a defender la libertad de expresión y la participación, a exigir a nuestros representantes que presenten un proyecto de consulta popular propio de las democracias maduras, PARA QUE SEA EL PUEBLO QUIEN DECIDA SI EL ABORTO ES VIDA O MUERTE. En 37 años de democracia, en Argentina sólo una vez se hizo una consulta popular, cuando se debatía el tema Beagle. Con la consulta popular se terminó con la grita del momento. Por ello, si existe honestidad, el Congreso debe consultar a los argentinos SÍ o NO al aborto.