El base de Real Madrid y el seleccionado argentino de básquetbol, Facundo Campazzo confesó con nostalgia que la cuarentena que está cumpliendo en la capital española por la pandemia de coronavirus lo “está matando” porque su madre todavía no pudo conocer a su hija.

Campazzo, que es figura del club “merengue” y del seleccionado argentino y su esposa, la cordobesa Consuelo Vallina, fueron padres de Sara hace exactamente cinco meses (nació el 5 de noviembre de 2019), pero su madre todavía no conoce a la nieta.

“Ahora mismo mi casa y mi casa están en Madrid, pero Córdoba sigue siendo mi hogar. Y cada año que pasa extraño un poquito más. Más allá de mi vieja que está allá, quiero el calor de la gente, a los pibes, la familia, comer un asado con los seres queridos, jugar un fulbito con los pibes. Ir a pasar un rato con mi hermano”, se confesó basquetbolista.

“Cada vez que pasa el tiempo extraño un poco más y esto del coronavirus me está matando, porque me parece que mi mamá la va a conocer a Sara para el cumpleaños de 15”, manifestó entre la ironía y la amargura.

Campazzo participó del podcast de su compatriota, compañero de equipo en Real Madrid y el seleccionado nacional y también base, Nicolás Laprovíttola, y el periodista Germán Beder.

“El básquet lo empecé a jugar en Municipal, que fue de los 5 a 13 años, cuando por lo general miraba mucho a la primera del club, donde estaba el típico base gordo y petiso, que cuando la tiraba la mandaba a la tribuna, pero nos divertíamos mucho”, recordó.

“Pero también iba a ver mucho a Atenas y entonces observaba a los jugadores de la Liga. Era un Atenas que salió campeón de todo. Estaba Pichi (Héctor Campana), Marcelo (Milanesio), Walter (Herrmann), (Andrés) Pelussi. Y después volvíamos al club y queríamos hacer las mismas jugadas”, prosiguió.

Luego rememoró que pasó “a Unión Eléctrica, donde había un base que se llamaba Marcos Ferreyra, que la rompía en mil pedazos y tenía mucha magia. Me gustaban esos jugadores. Intentaba imitarlo, aunque no con fanatismo”, confesó Campazzo.

Pero el salto de calidad lo dio en Peñarol, de Mar del Plata, del que recuerda que “lo tenía al Tato (Sebastián Rodríguez), a David Jackson, que era increíble. Jugábamos uno contra uno y me pintaba la cara. Después vino Kyle Lamonte. También estaba (Raimundo) Legaria. Tato no es un jugador que se asemeje a mi estilo de juego, pero igual aprovechaba para sacarle cosas”, confió.

Campazzo cumplió el pasado 23 de marzo 29 años y siempre aseguró que no lo desesperaba dar otro salto en su carrera hacia la NBA. En Real Madrid hizo historia en la Euroliga y en el campeonato español con la “condecoración” de MVP (mejor jugador), y con la selección argentina fue subcampeón mundial en China. Pero quiere algo más: reencontrarse con los suyos en la hoy muy lejana Córdoba, para que conozcan a Sara.