El sistema electoral argentino tuvo una adaptación. Las elecciones generales de ayer cumplieron el rol de “segunda vuelta virtual”, tras el ensayo que representaron las PASO. Sí, más polarización, pelea mano a mano entre dos candidatos y disolución de las terceras fuerzas. La victoria de Alberto Fernández no era sorpresa y, a la inversa de las primarias, sí lo fue la diferencia. El capital político que recuperó Mauricio Macri se transformó, así, en uno de los datos de la jornada.

Antes de las elecciones se especulaba con un retorno del kirchnerismo arrasador; el del 54%. No ocurrió y no es una diferencia menor. El nuevo gobierno llegará con respaldo, pero no con un efecto huracán. En el Congreso necesitará los votos de la oposición; si los acuerdos eran una promesa de campaña, ahora serán una obligación de gestión.

El mapa político quedó dividido. Una franja “amarilla” en el centro del país, la zona más productiva, marca un corte entre el Norte y la Patagonia. Pero el resultado se explica con un foco territorial más chico; con lo que ocurrió en el núcleo urbano de Buenos Aires. Argentina es un distrito electoral único y, a la luz de los resultados de ayer, el conurbano tiene el poder. La duda es quién maneja ese capital político.

La foto del escenario de la victoria marcaba esa impronta. El primero en hablar fue Axel Kicillof, el gobernador electo de Buenos Aires. El ex ministro de Economía “encendió” la mecha para cuestionar la herencia. Luego lo hizo Cristina, quien marca la agenda política. La ex presidenta buscó condicionar al actual presidente Mauricio Macri y también le marcó la cancha a Alberto; con la agenda regional (saludos a Evo Morales y Lula incluidos) y con el enfoque del gobierno. Luego habló el presidente electo, con una suma de párrafos que no terminaron de hilar una idea de futuro concreto. Detrás, como custodios políticos, Máximo Kirchner de un lado y Sergio Massa del otro. El poder está en la provincia.

Los liderazgos

Las urgencias están en la economía. Pero resuelve es la política. Y el esquema está en una sana revisión. El Frente de Todos tendrá las disputas internas por la conducción, aunque en el entorno de Alberto lo dejan claro: “el que manda es Alberto y eso se va a notar desde el primer día”.

En Cambiemos varios dirigentes quedaron en pie para reconstruirse como oposición. El dato previo es ese: antes de las elecciones habían ratificado la intención de mantener esa alianza.

Los que querían jubilar a Mauricio Macri deberán esperar. Los “trámites en las Anses” dependen de él y ayer no dio señales de retiro. Por el contrario, tuvo un discurso de concordia, pero también de autoconvencimiento. “Vamos a cuidar lo que logramos”, dijo usando la primera persona del plural.

Ese esquema se completa con Horacio Rodríguez Larreta, otro de los ganadores del sector que será oposición desde el 10 de diciembre. Quien quedó peor parada fue, curiosamente, la dirigente que mejor imagen tenía: María Eugenia Vidal.