Las muertes de Deolinda Correa, en San Juan, y del gaucho Antonio Plutarco Cruz Mamerto Gil Núñez, ocurrieron en las década de 1840 y 1870, respectivamente, y generaron leyendas que con el tiempo se convirtieron en las mayores devociones de fe pagana de Argentina.

La mujer era esposa de Clemente Bustos, un lugareño de Angaco que fue reclutado por la fuerza por los grupos montoneros para participar de las guerras civiles, y llevado a La Rioja, y ella intentó ir tras él con su bebé recién nacido.

En un viaje a pie por el desierto sanjuanino, falleció de agotamiento, sin alimentos ni agua, y fue hallada al día siguiente por unos arrieros, quienes comprobaron que el niño seguía vivo, amamantándose del cuerpo muerte de su madre, lo que dio origen a la leyenda y a la posterior devoción de fe en esa provincia.

13-09-2020 Corrientes: Las devociones populares surgidas en torno a personajes históricos o contemporáneos, rituales y ceremonias, constituyen un fenómeno de fe ajeno a las iglesias, que genera multitudinarias movilizaciones, y si bien no se trata de religiones están contemplados dentro del turismo religioso por las autoridades del sector. Foto: German Pomar

Claudia Boente, referente técnica en Turismo Religioso del Ministerio de Turismo y Deportes, señaló que «con la Difunta Correa, cuando tenemos que contar la historia, es mucho más asertiva y veraz según los historiadores que la historia del Gauchito Gil, porque en este caso hay tres versiones distintas».

«Hay coincidencia -siguió- en que por el año 1847, aproximadamente, lo empezaron a perseguir porque él no se quería alistar en el ejército en la lucha entre Unitarios y Federales, y había sido convocado por el ejército federal, pero como no estaba de acuerdo con ese enfrentamiento decidió huir con dos compañeros».

El ejército lo encontró y lo mató el 8 de enero en un año impreciso, y esa es la fecha de su fiesta en Mercedes, Corrientes, ya que había nacido cerca de esa ciudad.

Boente dijo que «hay una versión que dice que lo ataron a un poste o un árbol y dispararon pero ninguna bala le entró al cuerpo, porque decían que era devoto de San La Muerte y las balas no le entraban, entonces lo degollaron».

«Otra versión es que después de varios intentos de fusilamiento una bala le entró en el corazón», continuó, y añadió que «la tercera es que fue colgado de un algarrobo y degollado, porque decían que además tenía el poder de hipnotizar a la gente».

Pero al margen de la forma en que murió -algo no documentado pero que forma parte de la leyenda- la devoción surge de una anécdota, según la cual le dijo al soldado que lo iba a matar que al llegar a su casa iba a encontrar a su hijo enfermo y que iba a morir, pero si el hombre se acordaba de Gil su hijo sanaría.

El soldado llegó a su casa y efectivamente encontró a la esposa llorando porque el hijo estaba enfermo, muriendo, y entonces desertó del ejército, volvió al lugar donde dejaron el cadáver del gaucho, lo enterró, le pidió perdón y el hijo se salvó.

Las devociones populares no son religiones, pero conforman un gran movimiento de turismo de fe

13-09-2020 Corrientes: Las devociones populares surgidas en torno a personajes históricos o contemporáneos, rituales y ceremonias, constituyen un fenómeno de fe ajeno a las iglesias, que genera multitudinarias movilizaciones, y si bien no se trata de religiones están contemplados dentro del turismo religioso por las autoridades del sector. Foto: German Pomar

Las devociones populares surgidas en torno a personajes históricos o contemporáneos, rituales y ceremonias, constituyen un fenómeno de fe ajeno a las iglesias, que genera multitudinarias movilizaciones, y si bien no se trata de religiones están contemplados dentro del turismo religioso por las autoridades del sector.

Entre los casos más populares y conocidos están el Gauchito Gil y la Difunta Correa, junto a las fiestas de la Pachamama y el Inti Raymi (o del Sol), que movilizan miles de personas el día de su celebración y en algunos casos mantienen expresiones de fe durante todo el año.

Aunque ninguno fue santificado, sus fieles los llaman santos, en tanto hay seguidores de otros personajes que piden la santificación aunque es probable que nunca se concrete, como los casos de Carlos Gardel, Eva Perón, Rodrigo, Gilda, el «Angelito» Miguel Gaitán y El Destapadito sin nombre de La Rioja.

La fiesta del Gauchito Gil, en Mercedes, Corrientes, reunió el 8 de enero de 2019 unas 700 mil personas, un número que dentro del turismo religioso pocos pueden igualar, como la Fiesta del Señor y la Virgen del Milagro, en Salta, o la catamarqueña Fiesta de la Virgen del Valle.

La Difunta Correa, con su santuario en el paraje sanjuanino de Vallecito, tiene actividad todo el año pero particularmente para Semana Santa; el Día de las Ánimas, 2 de noviembre; la Cabalgata de la Fe, 5 de abril; la Fiesta del Camionero, en vacaciones de invierno, y la competencia ciclística la Doble Difunta Correa, a fines de diciembre.

En 2019, la cabalgata de 60 kilómetros desde San Juan a Vallecito reunió más de 5.000 jinetes de todo el país, en tanto de la prueba ciclística con puntaje oficial, de 165 kilómetros, participaron deportistas locales y extranjeros.

En ambos casos, las movilizaciones de seguidores despiertan gran expectativa en el turismo, ya que activan el hospedaje, la gastronomía, la venta de recuerdos, artesanías, baratijas y excursiones a destinos y atractivos cercanos, con trabajo para guías y transportes turísticos.

No obstante, el principal motivo de la concurrencia es pedir alguna gracia -como cura a enfermedades, conseguir trabajo, bienestar económico o sentimental- o agradecer que se hayan cumplido esos favores solicitados, lo que incluye ofrendas de todo tipo.

Aunque ni el Gauchito ni la Difunta están reconocidos como santos, los curas católicos realizan misas por pedido de los fieles y cumplen algunos rituales particulares, como la bendición de vehículos a solicitud de sus dueños, quienes esperan así estar protegidos de la desgracia.

Desde el Ministerio de Turismo y Deportes, la referente técnica en Turismo Religioso de la Dirección Nacional de Planificación y Desarrollo, Claudia Boente, explicó a Télam que «las devociones populares están dentro del turismo religioso aunque no hay una religión de por medio, ya que religión viene de ‘religar’, ‘ligarse a Dios’».

Télam 20/06/2020 Santa María, Catamarca: Las devociones populares surgidas en torno a personajes históricos o contemporáneos, rituales y ceremonias, constituyen un fenómeno de fe ajeno a las iglesias, que genera multitudinarias movilizaciones, y si bien no se trata de religiones están contemplados dentro del turismo religioso por las autoridades del sector. El Inti Raymi para los andinos y el Wiñoy Xipantv de los mapuche. Foto: Archivo/ mcl

«Aunque los historiadores en algunas devociones son bastante veraces, no hay documentación muy certera para verificar ciertos hechos, y por eso van de boca en boca, mediante una tradición oral, como con la Difunta Correa y otras de pueblos originarios menos conocidas, sobre las que no tenemos la certeza y nos movemos con aproximaciones», señaló.

Boente contó que el Minturdep «publicaba los folletos promocionales de los monasterios junto con las devociones populares, pero desde los monasterios dijeron que de ninguna manera querían estar con estas devociones no reconocidas por la iglesia católica, como la Difunta Correa y en particular con el Gauchito Gil».

«La política del Ministerio es que hay libertad de culto, no más el sostenimiento del culto católico, y entonces tenemos que tener todos los cultos habidos y por haber, siempre que sean turísticos», añadió, aunque aclaró que «por ejemplo, San La Muerte no está en el calendario turístico, porque no es una devoción que atraiga sino que aleja a la gente».

La experta dijo que «el Ministerio difunde todas las devociones que son turísticas, como el Gauchito Gil, la Difunta Correa, la Pachamama, el We Tripantu de los mapuches y ranqueles y el Inti Raymi, el año nuevo agrícola o Fiesta del Sol de los pueblos andinos».

«Hay devociones, como el caso de Gilda, que le pusieron Santa Gilda, y a Eva Duarte también la hicieron santa, después está Ceferino, que hace 70 años no lo tenían como devoción y ahora también lo llaman santo, aunque es sólo un beato».

También señaló que hubo devociones que «pasaron sin pena ni gloria, como Rodrigo, que no avanzó, y como otros cantantes tuvo su santuario pero después fueron abandonados, como ocurre con los cementerios, que la gente va a despedir a un difunto y primero lo visita seguido, pero con el tiempo lo va olvidando».

La cantidad de personajes convertidos en devociones y que tuvieron ese proceso es numerosa, aseguró Boente, y entre ellos mencionó «los cultos a Pancho Sierra, al paisano Antonio María, a Curuzú José, al Gaucho Olega, a los angelitos Adrianita y los hermanos Lucas Hallao, a Pedrito Sanhueso y hasta a Garrincha y Gardel querían hacerlos santos».


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