Desde que murió su hermana melliza, Natalia García se sumergió en un mar de tristeza del que poco a poco pudo salir gracias al cariño de su familia y de Andrey, un joven ruso del que se enamoró. Sintió que era momento de empezar una nueva vida lejos del dolor y los malos recuerdos, y emprendió viaje a Rusia. Se instaló en la ciudad de Jabárovsk, a 25 kilómetros de la frontera con China, y con paciencia se va amigando con las costumbres del lugar.
En diálogo con TN Show, Natalia recordó su paso por Cuestión de peso, donde en el 2013 ingresó con 207 kilos. «La más interesada en entrar al programa era Valeria, pero si íbamos juntas teníamos más posibilidades y fue lo que sucedió. Allí aprendí mucho sobre cómo enfrentarme a la obesidad, cómo hacer dieta, medir las porciones…Mi peso mínimo fue de 109 pero con la muerte de mi hermana vino la recaída. Fueron ocho meses de estar de hospital en hospital y con la angustia y la mala alimentación recuperé todo lo que bajé», expresó.
Sin embargo, la «Melli» -como le decían cariñosamente en el ciclo conducido por Claribel Medina- señaló que no se dio por vencida y que empezó de nuevo un plan para adelgazar. Tiene un profesor que la ayuda en el gimnasio y con el que habla a través de un traductor online, ya que todavía no aprendió el idioma.
El calor también despertó sus ganas de salir a caminar y todos los días trata de hacer entre dos y tres kilómetros. «Aunque tengo mucho dolor de cintura, sé que con el descenso de peso iré mejorando. Es todo cuestión de voluntad. Además creo mucho en Dios y agradezco que me haya dado la oportunidad de volver a empezar. A veces realmente no tengo ganas de salir, pero sé que tengo que seguir adelante», agregó ilusionada.
La muerte de su melliza fue un golpe durísimo que todavía no pudo asimilar. A pesar de que intenta recordarla con la alegría que la caracterizaba, se le vienen a la mente sus últimos días con vida.
En mayo de 2017, Valeria fue atropellada por una camioneta en la localidad de Azul y sufrió una fractura de cadera, luxación de rodilla y hombros. Conseguir un lugar donde pudieran atenderla fue una odisea, ya que nadie quería hacerse responsable por su sobrepeso.
«Uno aprende a convivir con su ausencia, pero la extraño muchísimo y está siempre presente en mis pensamientos y corazón. Hay días más fáciles y otros más difíciles. Ella era muy alegre, pero con el accidente que tuvo se le borró la sonrisa. Fue durísimo. Lo que pasó con ella es algo inentendible en estos tiempos donde hay muchos avances en la medicina. La abandonaron, jugaron con su salud. Las enfermeras ni siquiera querían tocarla por su tamaño, la terminábamos bañando con mi papá. Hasta le sacaban fotos en terapia intensiva y se reían. Faltó humanidad», concluyó.