La sociedad digital está a nuestro alrededor. Los desafíos que plantea la actual crisis sanitaria, junto con las respuestas radicales que han suscitado, han dado un enorme impulso a un proceso aún más vigoroso de adopción digital. Ahora, por fuerza de las circunstancias sin precedentes, las organizaciones se han visto obligadas a incorporar servicios digitales integrales casi de la noche a la mañana.

Este notable acontecimiento transformador será el catalizador de un cambio más amplio y poderoso que se extenderá hasta el futuro, más allá de la actual crisis provocada por el covid-19.

A nivel local se ha puesto de manifiesto fuertemente la brecha que existe en la adopción de tecnologías digitales entre las empresas multinacionales y las empresas locales. El impacto se ha visto en la afectación de las cadenas de valor entre las empresas menos tecnificadas y su ecosistema de clientes y proveedores con fuertes interrupciones en las ventas, cobranzas, capacidad de trabajo virtual, etc. Para cerrar esta brecha y mantener una industria local competitiva, será necesario que el gobierno provea de los mecanismos de financiamiento para las respectivas inversiones en actualización, y así evitar quedar rezagados frente a los países de la región.

Las organizaciones, industrias, responsables de las políticas y la sociedad en general conciben ahora más que nunca a las interacciones humanas y formas de trabajar a través del prisma de lo digital. Los elementos de este nuevo escenario han sido anticipados desde hace mucho tiempo, pero ante los pasos de cambio acelerado que provocó la pandemia,  debemos hacernos preguntas fundamentales: ¿cómo podemos apoyar a nuestros colaboradores, partners y clientes? ¿Cómo podemos asegurarnos de que esta rápida transformación se lleve a cabo con valores proporcionando beneficios equitativos para todos?

Participar y ayudar a dar forma a la Sociedad Digital para sacar a la luz su verdadero valor es una necesidad para las organizaciones y la sociedad en general, y debemos anticipar cómo debemos navegar este proceso de cambio. Sin embargo, la experiencia actual de COVID-19 ha puesto de relieve los desafíos técnicos y sociales de la vida real a los que todos nos enfrentamos, con un conjunto de temas críticos que, a su manera, ayudarán a determinar el curso

Nuestra labor en materia de productividad se centrará ahora en los urgentes desafíos de reiniciar y reformar nuestra economía a medida que los nuevos métodos de trabajo se hacen más comunes. La innovación, como siempre, resultará crucial, ya que tiene lugar a través de las presiones de la necesidad y el ritmo, pero también impulsando el establecimiento de nuevas asociaciones entre sectores e industrias que tal vez no se hayan realizado antes. La aplicación de la ética no debe perderse en la urgencia, ya que seguimos aprovechando el inmenso poder de la inteligencia artificial para modelar grandes cantidades de datos personales, en particular los relativos a los indicadores de salud.

La atención captada sobre la importancia de la sostenibilidad debe mantenerse y mejorarse, haciendo aún más evidente lo que se puede ganar y se puede conseguir protegiendo el medio ambiente. Debemos enfocarnos en el crecimiento de manera sostenible como parte fundamental de la nueva normalidad.

La infraestructura digital para participar en compromisos virtuales a través de plataformas digitales, asegurar que la geografía no sea una barrera para las empresas, los individuos y las comunidades, establecer la base de ecosistemas digitales personales, corporativos y públicos que funcionen juntos sin fricciones y  permitir la conectividad digital en todos los procesos, desde los dispositivos personales hasta las plataformas basadas en la nube, los centros de datos y la infraestructura de telecomunicaciones debe ser un compromiso de todas las organizaciones, en todos los niveles para construir una sociedad digital sostenible más allá del Covid-19.

Por Carlos Abril, CEO de Atos para la Región Austral Andina