Los países de América Latina deben avanzar en la aplicación de políticas públicas para favorecer el desarrollo de la movilidad eléctrica, ya que, en caso de no hacerlo, la región «puede convertirse en el basurero de autos que el mundo no va a querer» en un futuro no muy lejano, advirtió la presidenta de la Asociación Latinoamericana de Movilidad Sustentable (Alamos), Silvia Rojas Soto.

En el marco de la presentación de la Ruta Eléctrica del Cono Sur, que establece corredores viales con equipos de recarga eléctrica entre Santiago (Chile), Buenos Aires, Montevideo, San Pablo y Asunción, Rojas instó a que la Argentina «se sume a las olas altas» en materia de incentivos a la electromovilidad.

En una entrevista con Télam, señaló que, por no contar con una normativa específica para el sector, la Argentina es uno de los países «rezagados» en América Latina, donde por el contrario destacó los avances registrados en su país, Costa Rica.

Télam: ¿Cómo surgió la idea de formar una asociación que nuclee a los impulsores de la electromovilidad de América Latina?

Silvia Rojas Soto: Somos 14 países trabajando juntos, desde México, Centroamérica, el Caribe con República Dominicana y prácticamente todos los países de Sudamérica. Estamos trabajando principalmente en dos vías: una es crear más infraestructura de carga, de ahí el reciente lanzamiento de la Ruta Eléctrica del Cono Sur, que se suma a la Centroamericana, la del Norte y la Andina, con redes de cargadores cada 200 kilómetros para que cualquier persona pueda viajar en su vehículo eléctrico haciendo un trayecto entre capitales, viajando de país a país. Son cinco países conectados desde Santiago de Chile, pasando por Buenos Aires, Montevideo, Punta del Este, San Pablo y Asunción. Y así lo hicimos con el resto de los países.

Vehculos elctricos
Vehículos eléctricos.

El segundo eje es la política pública, cómo hacemos para que todos los países de la región tengan metas claras de introducción de vehículos, cero emisiones y todo un ecosistema normativo, no solamente sobre la adquisición del vehículo, sino toda la experiencia de la persona usuaria: dónde lo cargo, quién me da el crédito, quién me lo asegura, qué taller hace la revisión técnica. Tomando todos esos ejes de la experiencia, estamos trabajando con políticas públicas en todos los países.

En el caso de la Argentina, el objetivo que tenemos en Álamos de la mano de Aavea (Asociación Argentina de Vehículos Eléctricos y Alternativos), es avanzar en la propuesta que ya está en el Congreso para promover vehículos eléctricos y que ojalá pueda ser ley pronto.

T: En América Latina hay más de 14 países. ¿De esto cabe inferir que hay países en los que la movilidad eléctrica aún no es un tema de discusión?

SRS: Hay que irlos a buscar, porque en otros países donde no hay una asociación, trabajamos con gobiernos o con el sector privado. Honduras y Nicaragua no tienen una asociación en Álamos, pero trabajamos directamente con los gobiernos en ambos países y hemos hecho proyectos de política pública. Participaron de la Ruta Eléctrica Centroamericana, por dar un ejemplo. Del mismo modo en Sudamérica, Bolivia es un país que nos interesa que se sume, al igual que otros países del Caribe. No es que no esté pasando nada, es que aún no tienen una asociación que los represente.

T: ¿Cuáles son las demandas en cada país?

SRS: Hay países mucho más ambiciosos que otros. Ojalá que Argentina en su ley pueda ser lo más ambiciosa posible y que el país se sume a las olas altas, no a las pequeñitas. Chile estableció que en 2035 todo lo que es vehículo particular, micromovilidad, carga liviana, sea sólo 100% eléctrico, es decir que para ese año no podrán entrar vehículos de combustión, como en la Unión Europea. Son países que tienen una normativa más ambiciosa. Hay otros países que tienen normativa para incentivar vehículos, pero han incluido lo que nosotros llamamos tecnologías contaminantes de transición, que contaminan menos, pero igual contaminan. Se debe avanzar de manera sostenida y coordinada para no quedar en desventaja respecto del resto del planeta, porque Latinoamérica no puede convertirse en el basurero de autos que el mundo no va a querer.

T: En ese camino, ¿en qué posición está la Argentina?

SRS: Lamentablemente es de los países más rezagados porque no tienen una norma. Prácticamente la mayoría de los países de la región tienen una ley para promover los vehículos eléctricos. Ojalá puedan aprovechar el momento con el cambio de gobierno para impulsar ese proyecto que está ahí en el Congreso (en referencia al presentado por Aavea en febrero de este año). Lo que se necesita es que el Congreso lo apruebe.

T: ¿Atribuye esas demoras a una razón en particular?

SRS: Tengo que decir que trabajar una política pública es complicado, hay muchos intereses económicos, mucho lobby. Todavía hay algunos sectores que necesitan atrasar el ingreso de vehículos eléctricos porque no los quieren y entonces ejercen presión. Por eso es importante que haya sectores que logren hacer un equilibrio entre los tomadores de decisiones.

COSTA RICA, EL PAÍS EN EL QUE LOS TALLERES MECÁNICOS YA NO TIENEN OLOR A ACEITE

Entre los países de América Latina, Costa Rica se presenta como el que ha alcanzado el mayor desarrollo en infraestructura de recarga para vehículos eléctricos y con la mayor participación de automotores de esa modalidad sobre el total de vehículos, si bien no cuenta con producción propia.

Con una superficie de 51.100 kilómetros cuadrados (similar a la de la provincia de Jujuy), el país centroamericano cuenta en la actualidad con 249 cargadores eléctricos (más que los relevados en todo el territorio argentino), con lo que supera con creces la dotación de un equipo de recarga cada 200 kilómetros, necesaria para garantizar el recorrido de un auto por todo el país.

«En Costa Rica los talleres mecánicos ya no tienen olor a aceite», aseguró Silvia Rojas Soto, presidenta de la Asociación Latinoamericana de Movilidad Sostenible (Alamos) y directora de la Asociación Costarricense de Movilidad Eléctrica (Asomove), en alusión a cómo el impulso a la electromovilidad modificó también a otros sectores de la economía y la vida cotidiana en general.

En el lanzamiento de la Ruta Eléctrica del Cono Sur que se realizó en las instalaciones de Sero Electric, dentro de la Base Aérea de Morón, Rojas planteó que la electromovilidad no se trata de una iniciativa para el futuro sino que en muchos países forma parte de la vidas cotidiana y aseguró que los resultados son favorables, al punto que «nadie que tiene un vehículo eléctrico quiere volver a uno de combustión».

Para explicar ese concepto, el presidente de la Asociación Gremial de Vehículos Eléctricos de Chile (AVEC), Rodrigo Salcedo, recurrió a una escena que se está haciendo cada vez más habitual: «la gente cree que los autos eléctricos son algo de ciencia ficción, de un futuro muy lejano, pero después va al supermercado y paga la cuenta con un celular».

Rojas remarcó la importancia del trabajo conjunto de los emprendedores del sector con las autoridades y al respecto puso de relieve la importancia de las políticas públicas, que en el caso de Costa Rica se plasmó en 2018 con la sanción de la Ley 9.518 de Incentivos y Promoción para el Transporte Eléctrico.

Entre esos incentivos están los «parquímetros exonerados» (estacionamiento libre y gratuito) y la denominada «placa verde», patente que identifica al vehículo eléctrico exento del pago de la tasa correspondiente.

Pero el principal impulso vino de la mano de los recortes impositivos, que permitieron que el precio de los autos eléctricos «baje un 45%».

En los cinco años transcurridos, Rojas resaltó los avances, reflejados en que del total de automóviles vendidos en Costa Rica en lo que del 2023, el 11% son 100% eléctricos y que de los 460 modelos existentes en el planeta, 60 circulan por territorio costarricense.

Al respecto, aseguró a Télam que en su país ya ven a los autos híbridos «como algo superado, porque tienen motor de combustión, al que hay que ponerle gasolina, tiene mufla (escape) y genera emisiones».

«Ya tenemos vehículos con 500 kilómetros de autonomía, cuando se ofrece uno de 400 kilómetros, se lo veo como un modelo viejo, como un iPhone 5», finalizó, con una comparación que remite a tiempos en los que -como hoy los autos eléctricos- los teléfonos celulares parecían una extravagancia.

Télam