Los dólares financieros (MEP y contando con liquidación, CCL) y el ilegal o blue se dispararon desde la nueva baja de tasa de interés de referencia del 50% al 40% anual dispuesta por el Banco Central, con impacto en los plazos fijos, el pasado día 15 de mayo. Así, mientras el blue cotizaba el 14 a $1.070, este miércoles cerró a $1.275 y batió un récord en la jornada al tocar los $1.280. Hoy jueves ya cotizaba a $1.300 para la venta.
El dólar MEP (Mercado Electrónico de Pagos), que usan los ahorristas para dolarizarse de forma legal, estaba a $1.034 hace nueve días y ayer llegó a $1.230, todavía por debajo del máximo de $1.276 de enero pasado, apenas arrancaba el gobierno de Javier Milei. El CCL, que utilizan los grandes inversores para girar divisas afuera, cotizaba a $1.075 el 14 de mayo y este 22 llegó a $1.256, aún inferior a los $1.327 de hace cuatro meses. Mientras, el dólar oficial en el Banco Nación cuesta $908,50, con un alza estipulada por Milei y su equipo económico, no por el mercado que tanto adula, de un 2% mensual. El Presidente se niega a devaluar, pero en un país con cepo la depreciación del peso que no quieren los gobiernos las terminan haciendo los inversores en los mercados libres.
El Banco Central, que preside Santiago Bausili, volvió a bajar la tasa para seguir licuando los pesos, como quiere el jefe de Estado, y ante la confianza de que la inflación baje. Pero, a diferencia de las reducciones anteriores, esta vez y por ahora los inversores consideraron que se pasaron de rosca y terminaron huyendo de los plazos fijos y las billeteras virtuales –como Mercado Pago, que remunera a partir de fondos comunes de inversión que invierten en depósitos bancarios a plazo y a la vista– a los dólares. También influye el hecho de que si bien el Central dejó de emitir para financiar el déficit fiscal, ahora desaparecido por la motosierra de Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, la autoridad monetaria sí expande la base monetaria cada vez que con sus pesos compra dólares a los exportadores para cumplir el loable objetivo de acumular reservas.
En el anterior gobierno, el Central absorbía la emisión con colocando Letras de Liquidez (Leliq), pero la gestión libertaria apuesta con éxito a reducir los pasivos remunerados de este organismo –ya lo acotó en dos tercios–. El que toma deuda es el Tesoro y con las tasas de sus colocaciones Caputo intenta calmar las expectativas del mercado.
El ministro de Economía reaccionó a la suba de los dólares financieros pidiéndoles a los bancos este martes en su presentación en el Instituto Argentina de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) que mejoren su remuneración de los plazos fijos, que ronda el 30% anual o 2,5% mensual, cuando la inflación es mucho mayor, fue del 8,8% en abril y se supone que descenderá al 5% en mayo. “Los bancos deberían tener como referencia ahora la tasa del Tesoro y ya no la del Central para definir sus políticas”, sostuvo Caputo. Pero los bancos no necesariamente reaccionarán. Incluso en el Nación, que preside Daniel Tillard, aclaran: “Por ahora no vamos a modificar tasas de plazo fijo”.
Este miércoles, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, fue más allá que el pedido verbal de su jefe, Caputo, e intervino en el mercado para subir la tasa de las Letras del Tesoro Capitalizable en Pesos (Lecap), de entre el 37,8% y el 40,6% este lunes a entre 42,2% y 48,8% este miércoles. A diferencia de las letras del Central, que se remuneran emitiendo pesos, la deuda del Tesoro se termina saldando con más ajuste fiscal. De hecho, los intereses del pasivo estatal es uno de los pocos gastos públicos que suben. La autoridad monetaria podría volver a poner tasas mínimas en los plazos fijos, como había en el gobierno anterior, o permitir las colocaciones UVA (que ajustan por inflación) a menor periodo de tiempo, pero son dos medidas a favor de los ahorristas a costa de los bancos que no están en la cabeza de los funcionarios de La Libertad Avanza.
Pero de alguna manera Caputo reaccionó, lo que demostró que es poco real lo que dijo el vocero presidencial, Manuel Adorni, en el sentido de que el alza de los dólares paralelos es inocua en términos de inflación. Aunque siempre pesa más el tipo de cambio oficial, se sabe que los financieros y el blue marcan expectativas y presionan futuras devaluaciones en aquel.
Depresión económica
En una de las principales sociedades de bolsa, un analista admite que “el impacto no es bueno porque puede que haga que la inflación baje más lento o no baje porque reacomodan algunos precios”. “Entonces todo el esfuerzo que están haciendo para que baje la inflación se demora un poco más”, se refiere al ajuste del gasto público y a la depresión económica. “No sé si va a seguir subiendo o no, pero debería aflojar un poco cuando finalmente empiece la demorada cosecha (de soja y maíz)”, alude a que los productores agrícolas ahora se ven tentados a liquidar porque el 80% lo cobran al dólar oficial pero el 20% a un MEP o CCL que se han recuperado. Además, la cotización internacional de la soja rebotó por las inundaciones de Brasil, lo que agrega atractivo a la hora de dejar de conservar los granos en silobolsa y empezar a exportarlos. El analista de la sociedad de bolsa –que prefiere el anonimato porque “a los jefes les da miedo que se hable del dólar”– recomienda al Central dejar de seguir bajando la tasa o que el Tesoro suba la tasa mínima en la próxima colocación de Lecap.
El economista jefe de la consultora Ecolatina, Bruno Bonfanti, coincide en que “al igual que en otros episodios con presiones cambiarias, el despertar de los dólares alternativos puede generar cierto impacto en precios, aunque sería marginal”. “Por un lado, incrementa el dólar exportador, lo cual podría generar presiones al alza en productos exportables”, apunta a la comida, clave en la canasta básica que empuja a más argentinos a la pobreza. “Del mismo modo, la suba en el CCL podría impactar en ciertos productos importados, dado que algunos importadores habrían optado por llevar sus operaciones por fuera del MULC (Mercado Único Libre de Cambios, el oficial). No obstante, en caso de que no escale, su efecto inmediato en precios sería marginal y no implicaría una aceleración de la inflación, sino una mayor inercia que pondría resistencia a la baja”, analiza Bonfanti.
“Sin embargo, la suba de la brecha cambiaria es consistente con la estrategia del Gobierno”, aclara el economista de Ecolatina. ¿Por qué a las autoridades les puede parecer bien agrandar una brecha del 20%, que hasta hace una semana Milei festejaba, al 40%? “Uno, genera mayores incentivos para que los exportadores liquiden la cosecha gruesa –la actual– al elevar el tipo de cambio exportador”, recuerda que el 20% de la exportación se liquida al MEP o CCL. “Dos, dota de mayor atractivo a las licitaciones de Bopreal (el bono que ofrece el Central para que los importadores salden las deudas que les dejó el gobierno anterior con sus proveedores del exterior y para que las multinacionales giren ganancias a sus casas matrices). Tres, ubica al tipo de cambio de referencia para la salida del cepo en un nivel más sostenible en términos reales.” Claro que si el control cambiario se quitara con un dólar oficial a más de $1.200, eso impactaría al alza de la inflación. Al menos, Bonfanti descarta que los dólares paralelos suban mucho más: “La eventual liquidación de la cosecha gruesa en las próximas semanas debería elevar la oferta de dólares en los mercados financieros, lo cual le pondría un límite a la suba de la brecha. A su vez, la vigencia de la restricción cruzada MULC-CCL también limita la potencial demanda”, se refiere a que los que operan en el MULC no pueden hacerlo en el CCL.
“Si los dólares se estabilizan en estos valores, el impacto inflacionario debería ser muy menor por la recesión y la necesidad de liquidar stocks”, observa Juan Miguel Massot, director del Instituto de Investigación de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad del Salvador. “Esto no implica que si importadores o sectores de bienes de uso difundido, como acero, aluminio, ciertos plásticos y químicos, partes de bienes de capital, pegan un salto en los precios internos, el impacto sea mayor. Por ahora, no existen condiciones para que sigan creciendo sistemáticamente, ya subieron bastante y la política del Central, excepto por la tasa, que estaría afectando la composición de carteras, no habilita a aumentos adicionales significativos”, continúa Massot. Este experto descarta que se “desboque” la suba de los dólares más allá del “techo” actual porque prevé que la autoridad monetaria deje de reducir la tasa y que el Gobierno coloque nuevos instrumentos de deuda para absorber pesos sobrantes que están yéndose a la divisa.
“Con la tasa de interés prácticamente negativas (por debajo de la inflación), el Gobierno no puede hacer mucho”, analiza el consultor y exviceministro de Economía Orlando Ferreres. “Este aumento del CCL mejorará el tipo de cambio para las exportaciones. La paridad teórica de equilibrio del tipo de cambio, es decir, el tipo de cambio que podría sostenerse, está en en $1.250, que es aproximadamente el cambio libre aunque no el oficial. Por ahora no veo que impacte en precios ya que este era el valor que tenía el dólar libre antes de bajar a alrededor de $1.000. Salvo en los productos del campo, que pueden subir algo por el aumento del CCL. El problema es que el riesgo país aumento, porque los bonos en dólares bajaron, y esto hace algo más incierto al país”, lamenta el exfuncionario del gobierno de Carlos Menem.
Otro consultor, Fernando Marull, admite que la suba de los dólares paralelos puede impactar en el precio de la construcción, pero no en el resto de la economía, más influido por el tipo de cambio oficial, como quedó demostrado con la devaluación de diciembre pasado y la inflación consiguiente del 25%. No descarta que el blue, el MEP y el CCL sigan escalando y desestima que el Banco Central vaya a reaccionar: “Nada se va a hacer”. Christian Reos, analista de la sociedad Allaria Ledesma, espera que, “al subir el dólar financiero, los exportadores tienen mas aliciente para exportar y eso va a contener una mayor suba”. “El tema es después de julio, cuando no venda más el campo”, porque termina la cosecha, “pero falta”, se consuela Reos.
En las cadenas de supermercados descartan que por ahora se encarezcan los precios. “Si la mayoría de los genios de las fábricas e importadores fijaron un tipo de cambio de por lo menos $2.000”, aluden en una empresa supermercadista a que muchas empresas, temerosas a fines del año pasado de que Milei dolarizara, determinaron sus valores previendo un salto del dólar a esa cotización. Se pasaron de mambo con las remarcaciones y por eso Caputo los recriminó y les pidió en marzo que rebajaran precios ante un tipo de cambio menor al previsto. “Se están metiendo toda la merca donde les quepa”, cuenta el supermercadista sobre sus proveedores. “Por eso muchos están desesperados por meter ofertas, descuentos y promociones para mover un volumen que se fijó con un tipo de cambio mucho más alto del que finalmente ocurrió”, concluye. Un colega suyo se limita a señalar que “los supermercados se manejan con el dólar oficial y entonces el salto del paralelo no debería impactar en precios”. En cambio, en un fabricante de electrónica advierten que hay un efecto negativo: “Sin dudas que por algún lado nos pega en términos de aumento de costos, pero no tenemos precisiones todavía”. Igualmente, aclara que no subirán los precios: “Hoy el problema principal es que no hay consumo”.
AR/MG