El neumotórax consiste en la presencia de aire en la cavidad pleural, que es un espacio mínimo que existe entre los pulmones y la caja torácica donde normalmente no hay aire, sino una superficie que “lubrica” los movimientos de los pulmones para que no rocen con las costillas. La pleura, de la que seguro has oído hablar, es una membrana, una fina telilla que recubre toda esta cavidad.

En ocasiones, esta telilla que cubre tanto el pulmón como la “caja” por dentro se rompe de manera espontánea. Eso puede suceder por la rotura de una pequeña “burbuja” en su superficie, por efecto de un cambio brusco de presión como un estornudo muy fuerte, un esfuerzo intenso… o por causas desconocidas, como ocurre en los jóvenes en épocas de crecimiento. Otras causas pueden venir del exterior: como la fractura de una costilla o una herida con incisión.

Las consecuencias son el colapso del pulmón (que se arruga o se hace pequeño), por lo que deja de funcionar correctamente y limita la capacidad respiratoria produciendo dolor y disnea (falta de aire).

El tratamiento no es otro que evacuar el aire de la cavidad pleural para que el pulmón se expanda. Se hace con una aguja.

No es un cuadro grave, y cuando se da en personas jóvenes, se resuelve sin problemas. Sin embargo, algunas personas muestran una tendencia a tener neumotórax de repetición, bien del mismo lado, bien del contrario, por lo que en esos casos se deben tomar medidas para que no vuelva a pasar, como soldar la pleura mediante unos “pegamentos” (para minimizar el espacio y que no pueda entrar aire), a través del tubo de drenaje del aire o bien operando al paciente.

Dr. Eusebi Chiner – Neumólogo y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR)