Con gran convocatoria, los ex empleados municipales marcharon con velas y en silencio desde la casa de María Soledad Morales, hasta la plaza El Aborigen, donde exhibieron pancartas pidiendo por sus puestos de trabajo, mientras aguardan por las acciones legales que iniciará la Asociación de Trabajadores del Estado por el acto de la cesantía, y se aguarda por la fecha del paro provincial que se lanzó la semana pasada.

La marcha no fue acompañada por los sindicatos, ya que fue autoconvocada entre los 40 trabajadores que fueron despedidos en los primeros días de febrero, junto a quienes perdieron la continuidad de sus contratos de trabajo. «Basta de persecución, basta de represión, basta de rehenes políticos, queremos trabajar», rezaban las pancartas.

Sin embargo, se espera que en los próximos días ATE se presente ante la Corte de Justicia con una acción de amparo colectiva en oposición a los despidos. Esta estrategia fue resuelta tras el fracaso en las negociaciones con el Gobierno de la Provincia, ya que el gremio tenía expectativas de lograr la reincorporación.

Esa última reunión en Casa de Gobierno, y a pesar del pedido de los gremialistas de evitar subirle la temperatura al conflicto, desató el «desmadre chacarero», que tuvo sus puntos más altos en la manifestación que terminó con varios gremialistas y manifestantes heridos tras la represión de la Policía el pasado viernes 7; y luego la toma del edificio de la Municipalidad el último jueves, que terminó con once manifestantes detenidos tras incidentes en los que también participó la Policía. Sobre este último episodio, ATE negó que estuvieran involucrados referentes de ese sindicato; y el secretario de Gobierno del municipio, Rolando Contrera, aclaró que entre los que pudieron identificar había muchas personas «ajenas al municipio».