Fue condenado a 12 años. Su pareja fue absuelta por el beneficio de la duda. Un tercer imputado cumple una pena en suspenso.

domingo, 2 de agosto de 2020

La noche del 16 de junio de 2018, la tragedia hizo mella en el populoso barrio Virgen Niña, en la zona sur de la Capital. Braian Ignacio “Nacho” Luján había quedado molesto por un enfrentamiento que había tenido con Claudio Mauricio Olivera. Enojado porque lo había golpeado, fue a buscar a unos amigos. Los hermanos Américo y Nicolás Garribia lo acompañaron. “Nacho” Luján ingresó violentamente en la vivienda de Claudio Mauricio Olivera y de su pareja y con ellos se encontraba Hernán Ulises Chanampa. Comenzó una pelea con un saldo fatal: Luján resultó herido; Américo Garribia murió a los pocos minutos y su hermano terminó herido. Sin embargo, falleció un mes después a causa de una leucemia aguda.

Olivera fue imputado por los delitos de “lesiones graves”, “lesiones leves”, “homicidio agravado por alevosía” –que prevé una pena de prisión perpetua- y “homicidio simple en grado de tentativa”; dada la imputación, se encontraba con prisión preventiva en el Servicio Penitenciario Provincial y participó del debate a través de videoconferencia. En tanto que Chanampa debía responder por los delitos de “lesiones graves” y “lesiones leves” y la pareja de Olivera, por “lesiones leves” y “homicidio simple en grado de tentativa”. La mujer había estado un año privada de la libertad, de manera preventiva, en el Correccional de Mujeres.

El debate se inició el pasado 15 de junio en la Cámara Penal de Segunda Nominación. El Tribunal estuvo integrado por los jueces Luis Guillamondegui, Fabricio Gershani Quesada y Rodrigo Morabito. El Ministerio Público Fiscal estuvo representado por el fiscal Gustavo Bergesio, quien estuvo acompañado por el abogado de la querella, Gustavo Rentín Villegas. En tanto que la defensa estuvo a cargo de los abogados Orlando del Señor Barrientos, por Olivera; Marcos Gandini, por Chanampa, y Roberto Mazzucco, por la mujer acusada.

Después de cinco audiencias, el 25 de junio, el Tribunal dio a conocer la sentencia. Por unanimidad, Olivera fue hallado culpable de los delitos de «homicidio con exceso de la legítima defensa», “lesiones graves”, “lesiones leves con exceso en la legítima defensa”, “homicidio en grado de tentativa con exceso en la legítima defensa” y, en consecuencia fue condenado a la pena de 12 años; Chanampa fue hallado culpable en el delito de “lesiones graves” y condenado a la pena de dos años y seis meses de prisión en suspenso. En tanto que la pareja de Olivera fue absuelta por el beneficio de la duda en el delito de “homicidio en grado de tentativa en calidad de coautora”.

Fundamentos

Días pasados, la Cámara Penal de Segunda Nominación dio a conocer los fundamentos de la sentencia. Para los magistrados, “el comportamiento de Chanampa y Argañaraz ante el intempestivo ingreso a la vivienda y la grave e ilegítima arremetida en contra de sus personas por parte del vengativo Luján -sin siquiera haber provocado, aquéllos, tal reacción belicosa-, y al haber utilizado para su necesaria defensa un medio racional para repelerla, esto es, sus puños Chanampa, o una silla la mujer, consideramos que sus conductas se encuentran justificadas. No así la de Olivera, quien, a todas luces, se excedió en los límites acordados por la ley para su defensa, al haber empleado un medio no racional para repeler la agresión ilegítima y no provocada suficientemente por él. El ataque sufrido por Luján por parte de Olivera no le reporta cívicamente ‘una carta abierta para tomar venganza’”.

Para el Tribunal, resulta inadmisible desde la perspectiva del respeto de las normas de convivencia social que impone una sociedad civilizada y que abiertamente se contradice con el rechazo de la «justicia por mano propia”, utilizando un arma blanca.
“Olivera señala que los invasores contaban con cuchillos y que lo atacaron, especialmente Luján, y que fue lesionado en su espalda, quedándole la marca de los puntazos. Sin embargo, del material probatorio analizado, no llegamos a la certeza de que Luján y los Garribia -o terceros- hayan utilizado armas blancas en su acometida; en contrapartida, sí se comprobó fehacientemente que la persona que portaba y blandió con acierto un cuchillo fue el imputado Olivera”, se indicó.

A la vez, se destacó que Olivera sinceramente admitió que cuando Luján ingresó a su vivienda, de la forma como lo hizo “sintió mucho temor, más el hecho de haber quedado a oscuras en la cocina comedor -por el impacto en la llave de luz a causa de la contienda física suscitada-, lo que lo llevó a tomar un cuchillo y empezar a tirar puntazos ‘a ciegas’».

A la vez, se valoró que Luján había manifestado que cuando ingresó intempestivamente a la casa de Olivera, “movilizado por ánimos de venganza”, al primero que ve es a Chanampa, señalando también que había una mujer a su lado -la imputada-, que Olivera estaba más atrás, y que se trenzó en lucha con Chanampa.

“Tuvieron el instinto natural de defenderse”

Durante las audiencias de debate, varios testigos respaldaron la versión de los imputados: “Tuvieron el instinto natural de defenderse”. Olivera fue el primero de los tres imputados que declaró. “Nunca imaginé que ingresarían de la manera que lo hicieron. En un momento dado, se corta la luz en medio de la pelea y recibo dos puntazos en la espalda; ahí fue cuando sentí que me iban a matar”, contó.

Entonces, según su versión, retrocedió hacia donde estaba la mesa y agarró un cuchillo que estaba ahí; comenzó a tirar puñaladas para todos lados. “Nunca vi adonde le pegó ni pensé en pegarle… Solo sentí que me iban a matar.
Sentí una desesperación que no se la deseo a nadie; realmente sentí que nos iban a matar”, aseguró.

Su amigo, Chanampa, declaró que “ingresa un muchacho y comienzan a pelear. Por reflejo, agarré una silla para defenderme. Le gritamos (a la pareja de Olivera) que llamara a la Policía. Estuvimos con miedo”, aseguró. Según Chanampa, con su amigo Olivera sostenían la puerta para que nadie pudiera ingresar.

“De los nervios no podía llamar a la Policía. Estaban forcejeando. Había gente que quería entrar. No había luz; tiraban piedras al techo de chapa. Sentía que me gritaban ‘llamá a la Policía… nos van a matar’”, había contado su pareja.

La mujer recordó que la puerta de su casa estaba con sangre y que había cuchillos –ajenos a su casa- tirados en el patio. “Después me pregunté qué hubiera pasado si yo hubiese estado sola”, reflexionó.