Hacía 24 horas de la cacareada entrega de los exquisitos Spirit Awards. Allá se premiaron títulos realmente memorables y que perdurarán en el recuerdo, como ‘Diamantes en bruto’, ‘El Faro’ o ‘Súper empollonas (booksmart)’. Hace unos días, los BAFTA también reonocían el impactante e innovador trabajo de Mark Jenkin en la asombrosa ‘Bait’, una de las mejores películas que la distribución nacional no ha tocado no se sabe muy bien por qué. Era el turno de lo Oscar 2020, a los que ya llegábamos con esa sensación de pesadez, de agotamiento, de saber que, probablemente, estábamos ante una noche sin sorpresas.
Con los deberes hechos
Una de esas noches dominadas por la palmada en la espalda y la endogamia del Star System, casi casi, autopremiándose. Pero oye, una noche de Óscar siempre deja algún momento memorable. A veces, incluso histórico. Encarábamos la noche por segundo año consecutivo sin un maestro de ceremonias y con un desfile de estrellas rutilantes entregando premios. ¿Quién puede resistirse a eso?
Janelle Monáe fue la encargada de arrancar la fiesta de los Oscar con un temazo lleno de color con el que incluso logró que Leonardo DiCaprio cantase un poquito.
#Oscars Moment: @JanelleMonae kicks off the #Oscars with an opening number that leaves everyone feeling alive! pic.twitter.com/J76UFuqxby
— The Academy (@TheAcademy) February 10, 2020
El primer premio de la noche era uno de los que no admitían sorpresa: Brad Pitt no admitía discusión alguna y su Cliff Booth no era nada sencillo. Un carisma a prueba de bombas y todos los premios del año para él. El primer Oscar de Pitt como actor, puesto que tenía uno como productor por ‘12 años de esclavitud’.
El primer disgusto llegó con el premio a ‘Toy Story 4’ como mejor película de animación por delante de ‘Klaus’, que llegaba fuerte. Bong Joon Ho se llevó el premio a mejor guión original por su aclamada ‘Parásitos’, la sensación del año que empezó como sleeper y terminó dominando hasta en los premios.
Taika Waititi, muy nervioso, recibía el premio al mejor guión adaptado por su aclamada ‘Jojo Rabbit’. La noche seguía con su ritmo plomizo, con presentadores presentando a otros presentadores y parsimonia. ‘Érase una vez en… Hollywood’ mantenía durante el primer tercio de la gala la ventaja con el premio a mejor diseño de producción mientras ‘Mujercitas’ estrenaba su casillero con el premio al mejor vestuario.Tan mal iba la cosa de ritmo y pegada que nada mejor que una actuación en directo de Eminem, recuperando el mítico tema de ‘8 millas’ para agilizar una ceremonia plomiza. Lástima que media canción no se pudiera escuchar por el lenguaje inapropiado. Buenísimas ideas todas. La actuación de Randy Newman, sin ser nada del otro jueves, al menos resultó entrañable.
Que a las cuatro de la mañana ‘Joker’ no tuviera ningún premio y ‘1917’ solo uno dejan claro el ritmo de la noche.
Will Ferrell y Julia Louis-Dreyfus (con permiso de Kristen Wiig y Maya Rudolph) fueron lo mejor de la noche en cuanto a presentaciones, aunque Billie Eilish no estuviera muy de acuerdo con eso.
‘1917’ y ‘Le Mans ’66‘ empezaban a sumar premios más o menos técnicos pero siempre exquisitos, como la fotografía de Roger Deakins, los efectos visuales y la mezcla de sonido en el caso de la primera, y la edición (tanto en sonido como en realización) en el caso de la segunda.
‘El escándalo’ se llevaba otro premio cantado (como todos los demás) al mejor maquillaje cuando nos acercábamos peligrosamente a las dos horas y media de una ceremonia que no parecía tener fin. ‘Parásitos’, que lleva robando las opciones de Almodóvar durante todas estas semanas, no dejó de hacerlo aquí y se llevó el premio a mejor película internacional. La carita de Penélope Cruz al dar el premio fue un poema, qué marrón tan innecesario para la actriz española.Sigourney Weaver, Brie Larson y Gal Gadot iluminaron el escenario formando un triángulo de súper mujeres para entregar el premio a la mejor banda sonora, que obviamente fue a parar a manos de Hildur Guðnadóttir. No menos obvio que el premio a la canción de ‘Rocketman‘ por supuesto. Llevamos unos años que los Óscar parecen Lluvia de estrellas.
Y entonces empezaron a pasar cosas que nadie esperaba: Bong Joon-ho se llevó el premio a mejor director por sus ‘Parásitos’, y puso en pie a todo el auditorio al reconocer la importancia de Martin Scorsese en su trayectoria. Por supuesto, no hubo ni una sola sorpresa en el apartado actoral: Joaquin Phoenix y Renée Zellweger recogieron sus premios sin sobresaltos y con algún discurso pasado de minutos. El de la estrella de ‘Joker’ concienciando y recordando a su hermano fue, como siempre, uno de los momentos de la noche. Y luego ‘Parásitos’ hizo historia al ganar el premio a la mejor película.
A pesar de todo, el balance final es que los premios de la Academia han terminado por devorarse a sí mismos, obligados a premiar y reconocer la labor de todos los premiados en los Globos de Oro y demás galardones que los preceden, incluso dando un paso más en plan “sujétame el cubata”.
De cara a futuras ediciones no estaría de más recortar vídeos, actuaciones, pausas para publicidad, más atención a los honoríficos y algo de valentía al largar del escenario a quien se pase de agradecimientos. La noche en que se recordó con especial emoción a Kirk Douglas y Kobe Bryant fue en realidad la que nos recordó a River Phoenix y la que premió, con algo de condescendencia, quién sabe, a la película de Bong Joon-ho.