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Qué significa y qué esperar del primer discurso de Biden al Congreso, la Corte Suprema y el mundo sobre ‘el Estado de la Unión’

A principios de año calendario, dando en Washington cumplimiento ritual a una obligación establecida para el Ejecutivo de EEUU desde la Constitución de 1787, el inquilino de la Casa Blanca la abandona y se dirige hacia la colina del Capitolio. En el Congreso lo aguardan reunidos los tres poderes del Estado. Salvo a quienes de antemano se haya preseleccionado y a quienes se destine como designated survivors: su refugio secreto frustrará que devenga holocausto una eventual masacre simultánea de las autoridades federales. Ante Representantes, Senado e integrantes de la Corte Suprema de Justicia se desarrollará el rito democrático anual del discurso del ‘Estado de la Unión’. Una ceremonia tradicional donde la República independiente no desdeñó evocar las pompas y circunstancias de la Monarquía británica de la que se emancipó en 1776.

El presidente expone así cada año cuál es su análisis del actual Estado de la Unión y delinea cuál será su política y cuáles sus prioridades legislativas. Cada mandato presidencial dura cuatro años, y este es el primer discurso State of the Union que pronunciará Joe Biden. Es la ocasión para la cual este político demócrata se preparó toda su vida. Todo invita a esperar una elocuente defensa de la solidez de la recuperación sanitaria y económica, de la digna ofensiva democrática contra la hostilidad de Rusia, de sus aciertos y de los desaciertos de Vladimir Putin, del combate a la inflación por medio de la fabricación de más automóviles, y de los buenos éxitos de su programa de incentivo e inclusión sociales. Un panorama que contrasta con la imagen que la ciudadanía se hace de su administración: los sondeos revelan una caída indetenible, constante, hasta niveles récord de impopularidad.

En su discurso sobre el Estado de la Unión, Biden pintará un lienzo colorido, sin duda contrastante con la imagen que la ciudadanía se hace de su administración: los sondeos revelan una caída indetenible, constante, hasta niveles récord de impopularidad.

El primero en pronunciar un discurso on the State of the Union (SOTU) fue el primer presidente de esos Estados recién Unidos. George Washington. Lo hizo en Nueva York, entonces capital provisoria del país, el 8 de enero de 1790. Siempre fue oído el SOTU en los meses de enero o febrero; Biden será el primero en pronunciarlo en marzo. Desde que el del demócrata Harry Truman fue transmitido en vivo por la televisión en 1947, el discurso se pronuncia en prime time para asegurarse la mayor teleaudiencia. Biden habla el martes a las 9.00 de la noche hora del Este. El discurso del también demócrata Bill Clinton de 1997 fue el primero en ser difundido en vivo por internet. Desde entonces, se esperan decenas de millones de oyentes y televidentes, y más todavía cuando quien hable sea un presidente ‘guerra’, y aun de ‘guerra nuclear’, como esta semana puede decir serlo Joe Biden.

Para Biden, para el partido Demócrata, la oportunidad que el discurso brinda para hacerse oír es esperada con ansiedad y trepidación. Joe Biden, desalentado y sin aliento, busca recuperar aire y oxígeno. Su derrumbe en las encuestas, iniciado en la primavera boreal con la entonces nueva ola de la variante delta del Covid-19 en un país donde la pandemia se ha cobrado 950 mil muertes y el fiasco del retiro de las tropas de Afganistán, nunca se detuvo desde entonces. Menos del 40 % aprueba su gestión que cumple un año, el porcentaje más bajo de la historia para un presidente de EEUU. Salvo su predecesor, el republicano Donald Trump, y tampoco de esta (única) comparación favorable se privará sin duda Biden.

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