Como sociedad hemos llegado al sobreentendimiento de ciertas reglas y comportamientos públicos que permitan la convivencia en comunidad, incluyendo el control de ciertos instintos impulsivos para, por ejemplo, no realizar determinadas funciones corporales en la calle. Lamentablemente, no siempre se cumplen, para desgracia de los que les toque coger el metro ese día que alguien decide resolver sus impulsos allí mismo.

Porque justo lo que vuelve a estos instintos impulsivos es justo la dificultad de controlarlos al ser espontáneos, además de fuertes. La tentación de dejarse llevar por determinados placeres resulta difícil de contener para algunos, y es material de interesante exploración para algunos cineastas como Paul Schrader, que lo hizo así en su film ‘El beso de la pantera‘, desde hoy disponible en Netflix.

Apagando el fuego

Uno de los guionistas de referencia de Martin Scorsese y director remarcable por derecho propio, Schrader es uno de los cineastas que mejor capacidad tienen para explicar los mundos internos y las pulsiones de los personajes. La clase de exploración psicológica y estudio de alguien que disecciona bien las partes más torturadas de la sociedad y busca personificarlas en los protagonistas de sus historias. De ahí que resulte tan particular su remake de ‘La mujer pantera’.

En esta versión es Nastassja Kinski la que interpreta a la mujer protagonista con mitad de raza felina. En determinadas situaciones pierde el control y termina convertida en una temible pantera, así que trata por todos los medios evitar aquellos estímulos que puedan desencadenar esa pérdida de control. Evita el alcohol y también evita el sexo con otras personas para no transformarse en plena llegada al clímax.

La única posibilidad de sexo sería con otra persona pantera como ella, y la única que ha llegado a encontrar… es su propio hermano (Malcolm McDowell). Para evitar la tentación que desembocaría en incesto se aleja todo lo posible de él, pero decide visitarlo en Nueva Orleans. Allí conoce también a un fascinado hombre del zoo (John Heard) que no se huele la tostada de que va a terminar en un perturbador triángulo amoroso.

‘La mujer pantera’: impulsos perturbadores

Con esos elementos Schrader crea un fascinante ejercicio que se enmarca en el género de terror y monstruos, pero también se anticipa al fenómeno del thriller erótico por su manera de plasmar esos impulsos. La sugerente música de Giorgio Moroder también añade capas perturbadoras a una película sinuosa que no teme a ir saltando entre lo fantástico y el realismo oscuro.

También ayuda que Schrader sabe en qué grado de seriedad tomarse esta historia, sin tratar de esconder o disimular los aspectos más absurdos de la misma. Quizá no sea una película que encaje a todo el mundo, pero tiene elementos más que interesantes y hasta arrebatadores, desde el propio manejo del tono por parte del director hasta la magnética interpretación de Nastassja Kinski, que siempre parece estar en el registro adecuado, ni demasiado exagerada ni ridícula en su seriedad.