La franquicia ‘Resident Evil’ ya tuvo una larga saga de películas en acción real protagonizadas por Milla Jovovich. Hasta cinco secuelas llegaron a hacerse antes de darse por concluida con ‘Resident Evil: El capítulo final’ en 2016. Sin embargo, estaba claro que la saga iba a volver a la gran pantalla y la espera ha acabado siendo bastante corta, pues el viernes 26 de noviembre llegaba a los cines ‘Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City’.

Con la promesa de ser una película más cercana a los videojuegos originales, ‘Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City’ es una apuesta hasta cierto punto modesta, ya que su presupuesto es menor que el de cualquiera de esas seis películas anteriores. Una forma de reducir riesgos y seguramente también de dar una mayor libertad para potenciar sus raíces dentro del género de terror a una película mucho más estimulante de lo esperado.

Consecuente hasta el final

La inspiración clara de ‘Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City’ son los dos primeros videojuegos de la saga, pero, obviamente, hay cambios importantes tanto en los orígenes de la epidemia como en otros detalles presentados en el guion escrito por Johannes Roberts, también director de la película. Probablemente haya quien acabe decepcionado por ello, pero sí me atrevería a decir que estamos ante una adaptación que sabe capturar muy bien la esencia de lo que sirvió para dar forma a una de las franquicias más populares de Capcom.

Uno de los cambios más sustanciales es que aquí Raccoom City ya es un lugar decadente que la propia Umbrella está a punto de dejar atrás y en la que solo permanecen aquellos que no pueden permitirse abandonar la ciudad. Eso permite a Roberts crear una atmósfera decadente de lo más jugosa para sumergirnos en una olla a presión a punto de estallar, dejando claro desde el principio que algo raro está sucediendo allí.

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A partir de esa premisa, Roberts sabe presentar con soltura a la galería de personajes que van a acompañarnos a lo largo de poco más de 100 minutos, dándose prioridad a personajes clásicos de los videojuegos para conseguir ese sentimiento de familiaridad necesario para conquistar a los seguidores de los mismos. Eso lleva a que haya varias dosis de fanservice a lo largo del metraje, pero nunca se sienten como algo molesto, ya que Roberts logra integrarlas con soltura en una película que, eso sí, llega un punto en el que se acelera un poco de más.

Roberts se enfrentaba aquí a dos peligros muy reales y radicalmente opuestos: Saturar al espectador con un festival de excesos sin mucho sentido o reducir tanto la sensación de peligro que todo acabase siendo un mero paseo triunfal para personajes icónicos de la saga. ‘Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City’ está más cerca de lo segundo, pero el enfoque totalmente desvergonzado de Roberts ayuda a matizarlo hasta el punto de convertirse en una molestia casi irrelevante.

Luces y sombras de ‘Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City’

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Y es que Roberts nos regala instantes muy poderosos desde su trabajo de puesta en escena -en lo referente al guion sí que resulta todo bastante más funcional-, sobre todo aquellos en los que se muestra todo de forma clara, como esa entrada del zombi en llamas en la comisaría, pero también otros en los que el suspense y la angustia destaca por encima de todo -pienso principalmente en esa escena en la que Chris Redfield (Robbie Amell) se enfrenta a un ataque zombi con la única iluminación que la conseguida por los disparos de su pistola-.

Por desgracia, no todo son alegrías en lo visual, pues es verdad que se nota cierta preocupación de Roberts por dotar de cierta elegancia al conjunto sin por ello renunciar nunca al hecho de estar potenciando su lado de cine de terror de serie b, con John Carpenter como principal referente, pero el ajustado presupuesto -apenas 25 millones de dólares- le limita en ciertos momentos, tanto en lo referente a los efectos visuales, pese a ello mucho más solventes de lo esperado, como en el planteamiento y la ejecución de ciertas escenas, donde a veces da la sensación de verse obligado a recurrir a los planos más cerrados o un tratamiento de los sobresaltos más convencional de lo deseable.

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Eso es algo que va siendo más evidente a medida que pasan los minutos y la amenaza se descontrola, ya que cuando todo funciona mucho mejor cuando el peligro es algo más concreto y localizado. Ya no solo en lo visual, pues su peso como amenaza también se siente mayor al tener una capacidad de impacto más conseguida, ya que además suele ir asociado a ir desvelándose más detalles sobre lo que está sucediendo en Raccoon City.

Todo eso está aliñado con un enfoque contundente de la violencia que deja muy claros los orígenes de Roberts y el motivo para que él esté al frente de la película. Además, un reparto bastante correcto pero quizá un poco sobrecargado. Aquí seguramente hubiese funcionado mejor introducir menos personajes sacados del videojuego para que pudieran respirar más, ya que la presentación de todos ellos es más que solvente, pero luego el desarrollo bien escaso, quizá con la salvedad de una convincente Kaya Scodelario como Claire Redfield.

En resumidas cuentas

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Sin embargo, al final todo se reduce a una cuestión de preferencia personal, pues yo reconozco que eché en falta que la saga original prestase una mayor atención al terror más allá de la primera entrega, mientras que aquí todo está orientado en esa dirección. Lo resolverá con mayor o menor fortuna, pero es una apuesta consecuente que simplemente necesitaba un poco más de dinero para terminar de pulir sus virtudes. Dicho esto, encantado ficharé si acaba haciéndose una segunda entrega, algo poco menos que obligado tras el final de ‘Resident Evil: Bienvenidos a Raccoon City’.