Que Stephen King es, probablemente, el más férreo detractor de la versión de ‘El resplandor’ que Stanley Kubrick llevó a la gran pantalla en 1980 no es ninguna novedad. El maestro del terror literario llegó incluso a decir que el director neoyorquino era un hombre que “pensaba demasiado pero que sentía muy poco”, pero casi 40 años después, el bueno de Stephen ha encontrado algo de paz al respecto.
Uniendo esencias
El gran responsable de todo esto ha sido Mike Flanagan, cuya fantástica ‘Doctor Sueño’ ha logrado unir la esencia de King y Kubrick en un largometraje que reivindicar como una de las grandes joyas de terror del año. Y esto no me lo acabo de sacar de la manga; lo ha manifestado el escritor de Maine durante una entrevista para EW en la que ha elogiado su última adaptación cinematográfica.
“Leí el guión de esta muy, muy cuidadosamente. Porque, obviamente, quería hacer un buen trabajo con la secuela, porque la gente conoce el libro ‘El resplandor’, y pensé que no quería cagarla esta vez. He disfrutado todas las películas de Mike Flanagan, y he trabajado antes con él en ‘El juego de Gerald’. Así que leí el guión con mucho, mucho cuidado y me dije a mi mismo: ‘Todo lo que siempre me desagradó de la versión de Kubrick de ‘El resplandor’ se ha redimido aquí para mi’”.
“No quiero meterle en una gran discusión sobre cómo de buena es la película que hizo Kubrick de ‘El resplandor’ o mis sentimientos sobre ello. Todo lo que digo es que Mike cogió mi material y creó una historia genial; la gente que ha visto la película se volvió loca con ella, y yo también lo hice. Porque ha conseguido coger mi novela de ‘Doctor Sueño’, la secuela, y de algún modo la ha unido sin ningún tipo de costuras a la versión de Kubrick de ‘El resplandor’. Así que, sí, me ha gustado mucho”.
Polémicas de hace cuatro décadas aparte, estas palabras de King no hacen más que reafirmar —y de qué manera— a Mike Flanagan, que se ha ganado a pulso un hueco entre los grandes nombres del terror contemporáneo. La verdad es que, de estar en su lugar, imprimiría las declaraciones y las colgaría en un lugar destacado del salón, porque son para estar muy, muy orgulloso.