La cita a Lewis Carroll nace en ‘The Wonderland’ desde su propio inicio, y es el motor fundamental de la nueva película de Keiichi Hara, una suerte de coming of age fantástico protagonizado por una adolescente que se ve inmersa de forma repentina en una misión en un mundo de fantasía.
El film se vertebra en torno a su insistente relación con el clásico universo de psicodelia y absurdo que, de forma reiterativa y endeble, suaviza la capa surreal de la obra original para encaminarse hacia la preocupación ecológica.
Una aventura con mejores intenciones que resultados
La película comienza un día antes del cumpleaños de Akane, una joven tímida y con poca confianza en sí misma que visita a su enérgica tía en busca de un regalo que su madre dice haberle encargado. La protagonista aparece antes en su habitación, rodeada de elementos que adelantan la fantasía posterior con, quizá, demasiadas obviedades, como su peculiar felpudo, pero también simpáticos detalles, como la regañina a su gato, que Hara recupera más adelante en una cita judicial a ‘Alicia en el País de las Maravillas’.
Será entonces cuando, ya en la extraña tienda de su tía, Akane sea convocada por Hippocrates, un peculiar alquimista acompañado de Pipo, su fiel aprendiz, para que viaje junto a ellos hacia un mundo de fantasía que corre grave peligro debido a las sequías cada vez más habituales. La joven se verá forzada a ayudar a estos peculiares personajes y, por consiguiente, al propio universo de las maravillas en el que se ve inmersa de forma repentina.
A pesar del llamativo aspecto visual de la película, que en sus fragmentos más inspirados deja secuencias fluidas y con una indiscutible riqueza cromática, ‘The Wonderland’ acusa demasiado algunas animaciones en las que la cinta se acerca más a la animación de imagen fija de doce fotogramas por segundo.
En estos momentos es donde palidece especialmente el apartado artístico de una película que tampoco muestra un interés particular en sus diseños de fondos y personajes y con animaciones ciertamente toscas.
La historia de ‘The Wonderland’ se construye de forma más bien atropellada desde sus inicios: un tímido flashback es el que muestra la inseguridad de su protagonista en los primeros compases de la cinta, al tiempo que varios de los elementos de la habitación de Akane se recuperarán, más adelante, para dar pistas sobre el mundo al que viajará y sus distintos y particulares lugares, historias y mitologías.
El problema comienza una vez que los personajes están insertos en este mundo paralelo, que se arma para el espectador cada vez que éstos verbalizan el funcionamiento de este peculiar universo, la idiosincrasia de los diferentes lugares de éste o los mitos y leyendas del mismo. Técnicas que no sólo son pobres, sino que desvelan un relato donde la información no es orgánica y se tiene que dar con continuos remiendos.
Ahí destacan secuencias completamente descontextualizadas de la narración que sirven, de forma exclusiva, para sembrar elementos que se recuperarán de forma posterior. Y aunque así se consigue una lógica subyacente durante toda la película, la inclusión forzosa de escenas que no tienen más razón de ser que funcionar como remiendo explicativo hace más irregular aún un relato que, de por sí, ya es bastante inconsistente.
‘The Wonderland’: el mensaje ecologista de Keichi Hara inspirado por Lewis Carroll
Al igual que se le achacó en su momento a ‘Mary y la flor de la bruja’ su falta de espíritu propio frente al imponente legado de Studio Ghibli, ‘The Wonderland’ acusa cierto conformismo a la hora de hacer coherente su universo de fantasía. Y, a pesar del interés que la película podría suscitar en su preocupación preminentemente ecológica -en una línea similar a ‘El tiempo contigo’-, su poca precipitación -nunca mejor dicho- marca los mayores problemas de una historia excesivamente laxa.
Aunque la sequía es el motor narrativo de la historia y sus consecuencias en los diferentes lugares que Akane visita los que marcan su arco de evolución, la poca incidencia en los problemas que acarrea la falta de agua, especialmente blanqueados y con poco desarrollo, convierten un conflicto que podría tener halo de denuncia y mayor enjundia en un motivo sin tensión dramática y poco o ningún interés.
A sabiendas de que la cinta adapta el libro infantil ‘Strange Journey From the Basement’ de Sachiko Kashiwaba, el resultado final hace pensar si quizá el material original tenía poca sustancia para un largometraje de casi dos horas.
A pesar de estar lejos de las excelentes ‘Miss Hokusai’ o ‘Colorful’, dos resueltas obras en las que Keichi Hara adaptaba, respectivamente, manga y novela, la nueva película del director japonés atesora algunas ideas interesantes y un apartado animado que, a pesar de su irregularidad, encuentra sus momentos más brillantes durante su desenlace. Eso sí, ‘The Wonderland’ no quedará en las retinas de quienes esperen una personal reimaginación del clásico de Lewis Carroll.