Según se establece en el proyecto, el programa deberá ser obligatorio y garantizar la implementación de capacitaciones y campañas de difusión y concientización para la prevención en la temática, con la posibilidad de sanción.

En sus argumentos, Díaz explica que: “Según como se utilice, el deporte puede generar una buena o mala influencia para quienes lo practican. Por esto es fundamental el rol que cumplen los entrenadores y preparadores físicos, el clima que propician en los equipos deportivos, y su influencia en el razonamiento moral de los deportistas ya que en sus manos está la posibilidad de que el deporte resulte educativo o no”.

Por otra parte, señala que “la situación de la mujer y las personas del colectivo LGBTIQ+ en el deporte y la necesidad de contar con entrenadores o responsables capacitados en perspectiva de género son fundamentales. El deporte es uno de los espacios donde más se sufre la brecha de género debido a su escasa y a veces nula participación en los estamentos técnicos, arbitrales y de gestión. Si bien, se vienen rompiendo barreras en disciplinas que  habían excluido a las disidencias sistemáticamente de su práctica, actualmente los estereotipos sociales,  tópicos sexistas y  patrones culturales que los vulneran siguen vigentes”.

Por último, resalta que “Los puestos de toma de decisiones de muchas comisiones, federaciones y clubes, se encuentran ocupados mayoritariamente por hombres, lo que representa un obstáculo en la creación de una cultura de la equidad en el deporte y un claro ejemplo de la desigualdad de oportunidades”, concluye.