Desde el pasado 5 de noviembre ya está disponible en Netflix la segunda tanda de capítulos de ‘The End of the F***ing World‘, la serie cuya primera entrega adaptó el cómic homónimo de Charles Forsman en 2017, y que ahora continúa con las vidas de los protagonistas. Pero no lo hace por cuenta propia, ya que el autor de la novela gráfica figura en los créditos como uno de los escritores de la segunda temporada.
Compuesta una vez más por apenas ocho episodios de unos 20 minutos de duración cada uno (si alguna pega podemos ponerle a la serie es que se hace cortísima y nos deja con ganas de más), esta entrega arranca dos años después del trágico momento en el que culminó la primera, y después del enigmático cartel que lanzó la plataforma de Reed Hastings el mes pasado, podíamos esperarnos cualquier cosa. Si aún no la has visto, deja de leer justo aquí, que el spoiler no va a ser pequeño…
¿Qué ha pasado con James? Recordemos que, en la última escena de la primera temporada, dispararon al personaje encarnado por Alex Lawther y eso, sumado a la foto promocional donde vemos a Alyssa (Jessica Barden) junto a unas cenizas, nos podría llevar a pensar en un fatal desenlace. Pero James se recuperó del disparo, pasó meses en el hospital y, al salir, perdió a su padre. Cuando ya no le queda nada, recibe una bala con su nombre, lo que le hace ir a buscar a Alyssa… sin separarse de la urna con los restos de su progenitor.
Entonces, ¿es él quien se casa con Alyssa? No. La vida de Alyssa ha dado un giro de 180º, pero ella sigue siendo la misma adolescente impertinente y nihilista. Se muda con su madre a casa de su tía, un lugar en el medio de la nada donde trabaja como camarera en el restaurante familiar.
Allí conoce a Todd (Josh Dylan), con quien decide casarse, como ella misma dice “porque tenía que hacer algo”. Pero justo después de dar el ‘sí, quiero’ Alyssa, que también recibió la misma bala con su nombre (mal escrito en su caso), huye con James de su propia boda aún vestida de novia, y emprenden un road trip sin rumbo donde recogen a Bonnie, una peculiar pasajera.
¿Quién es Bonnie? La mejor incorporación de esta nueva temporada es, sin duda, esta exconvicta, brillantemente interpretada por Naomi Ackie, cuyo único objetivo después de salir de la cárcel es vengar la muerte de su novio. Bonnie fue amante y alumna del profesor Clive Koch (Jonathan Aris), a quien James mata en la primera entrega cuando este intentaba violar a Alyssa.
Pero en la perturbada y disfuncional mente de Bonnie, los protagonistas solo son dos sádicos que asesinan por diversión. James y Alyssa la recogen de la carretera cuando hacía autostop… y a partir de aquí todo se complica.
El trío se embarca en una peculiar aventura, una comedia negra llena de tensión que empieza en un motel de carretera, pasa por divertidos momentos en un restaurante chino y una farmacia y culmina con una escena magistral en el séptimo capítulo, que tiene lugar en la cafetería donde Alyssa trabaja, con James torpemente escondido, Bonnie mostrando su vena psicópata y un policía comiendo leeeeentameeeeente un trozo de tarta de manzana.
Esta segunda temporada es más oscura, más violenta, más sangrienta y más explícita que la primera, pero también tiene más golpes de humor. Muchos más. James y Alyssa han madurado y reflexionado sobre todo lo que les sucedió dos años atrás, y la incorporación del nuevo personaje de Bonnie le ha añadido una frescura a la serie que le ha venido de perlas, ya que los personajes secundarios eran la pata que más cojeaba de la primera entrega.
Además, toda la serie está acompañada de una magnífica banda sonora original que ha corrido a cargo de Graham Coxon, guitarrista de Blur, y que puedes escuchar aquí. Y como último aviso: es tan adictiva como la serie.